‘Las comisarías no son amigables para denunciar hechos de violencia’, dice una feminista a sueldo de Urtubey

  • Aprovechando la siempre modesta exposición mediática del nuevo Procurador General de la Provincia de Salta, un grupo de feministas a sueldo del gobierno de Urtubey, se ha reunido con este magistrado, quien jamás ha buscado la segura compañía de focos, cámaras y micrófonos.
  • Una reunión muy esperada

La señora María Laura Postiglione no ha destacado tanto en los últimos meses por ser miembro del llamado Observatorio de Violencia contra las Mujeres de Salta (un organismo carísimo y descafeinado), como por ser -al mismo tiempo- uno de los pilares de la candidatura presidencial del gobernador Juan Manuel Urtubey.


Quién sabe si no ha sido en esta última condición de aliada estructural del Gobernador que la señora Postiglione se ha reunido con otro conocido servidor incondicional del mandatario: el Procurador General de la Provincia, señor Abel Cornejo Castellanos.

Se viven en Salta tiempos de «unidad», de modo que a una izquierdista militante como la señora Postiglione no le ha escocido en lo más mínimo sentarse a hablar con un conservador tradicionalista como el señor Cornejo. Probablemente si no fuera por la común idolatría que ambos profesan respecto del gobernador Urtubey, Postiglione no se habría sentado con Cornejo ni a tomar un café con leche.

Aunque por el momento es pronto para aventurar pasos futuros, es probable que mañana Postiglione se siente también con el Ministro de Salud Pública del gobierno, para decirle que -según ella y las inquietas ‘observadoras’ oficiales- los hospitales no son los lugares más amigables del mundo para curar a los enfermos, como se viene haciendo desde hace siglos.

Con un razonamiento similar, la señora Postiglione ha pedido a Cornejo que las denuncias por violencia de género no se formulen ante la autoridad policial (posibilidad contemplada expresamente en la ley) sino ante las fiscalías, dando por sentado así que los fiscales, a los que Cornejo ha revolucionado con sus personalísimas decisiones, son «gente macanuda» que no maltratan a las mujeres que ya vienen maltratadas; es decir, no las revictimizan, como sí en cambio lo hacen los policías. Quizá les ofrezcan -como ha hecho Cornejo con Postiglione- un café a las denunciantes, o un té de tilo, según las circunstancias.

Patata caliente para el Ministro de Seguridad del gobierno de Urtubey, quien durante los últimos años ha venido sacando pecho de lo bien que sus muchachos lo venían haciendo en materia de denuncias de mujeres. Y un mal trago para el gobierno, que se ha gastado un buen dinero en entrenar a policías para que sepan tratar con eficiencia esta clase de asuntos. Ahora nos enteramos que esa «formación», a cargo -paradójicamente- de las mismas feministas que hoy critican el desempeño policial, ha sido completamente inútil. Es decir, les hemos pagado el sueldo para nada.

Quiere decir que lo que Postiglione le ha llevado a Cornejo es más poder para los fiscales que dirige, que es lo mismo que decir «más poder para Cornejo», quien parece andar necesitado estos días de un poco más de cariño por parte del respetable, luego de que tanto su designación como sus primeras decisiones provocaran una catarata de murmuraciones en el nunca bien valorado (pero siempre bien atento) mundillo del Ministerio Público de Salta.

Que sean los fiscales y no los policías los que tramiten estas denuncias, no solo supone impedir que los uniformados intervengan, con sus protocolos y herramientas en las primeras fases del proceso, sino también procurar para los fiscales un protagonismo mayor, en sintonía con la personalidad mediopática de su nuevo jefe. Al cambio, es como si el Ministro de Salud dispusiera que las vacunas que normalmente dispensan los enfermeros y auxiliares de enfermería en los centros de salud sean en lo sucesivo dispensadas por los médicos especialistas en sus consultas particulares. Es decir, se lograría un avance cercano al cero absoluto.

A la señora Postiglione, se le ve a la legua que en este asunto no le ha explotado su vena feminista sino que le ha salido del fondo del alma esa izquierdista antiimperialista que lleva adentro y que ya por cuestiones de piel rechaza a los policías. ¿Por qué las comisarías no son lugares «amigables» para denunciar hechos de violencia? Solo Postiglione lo sabe.

Lo que no se puede dudar es que la ‘observadora’ ha llevado más agua para el molino de Cornejo y sus fiscales. Tanto para los fiscales «buenos» (premiados con el ascenso y la recolocación), como para los fiscales «malos», es decir, aquellos condenados al ostracismo sin saber por qué, y resignados a pasar de investigar secuestros, torturas y asesinatos, a tener que lidiar con robos de bicicletas, chanchos y garrafas en barrios alejados del centro.

Por de pronto, el Ministro de Seguridad deberá revisar qué ha venido haciendo mal durante todos estos años para que las mujeres sientan repulsión por la estética policial y por sus métodos para recibir y tramitar denuncias. ¿Habrá que redecorar las comisarías con unicornios arco iris para que Postiglione se sienta más a gusto? Porque si por el gusto personal de esta señora fuese, sería bastante más efectivo colocar en el lugar una bandera de #UrtubeyEsLaAlternativa. Con una bandera así, se podría denunciar hasta en los Rapipago.

Quizá acierte el ministro si se dejara asesorar por esos fiscales errantes que han sido degradados sin honores por Cornejo en nombre del «¡aquí mando yo!». Ellos, como Cornejo, sí saben tratar con las mujeres. Los policías, desde luego, no.