Sobre las entregas de viviendas proselitistas de Urtubey

  • Que sepan los salteños que en la construcción de las viviendas que por estos días entrega Urtubey no se ha gastado un solo centavo de su abultado bolsillo. Que quien hoy recibe una vivienda pública, sea gratuita o casi gratuita, se lo debe al esfuerzo del conjunto de la sociedad.
  • La dudosa moral de un político
mt_nothumb

Cuesta un poco creer que todavía haya salteños que no se hayan dado cuenta que las repetidas «entregas» de viviendas que casi a diario protagoniza el Gobernador de la Provincia responden a un propósito electoralista.


Llamativamente, las viviendas (o las casi-viviendas) aparecen en cantidad ahora (ocho por aquí, catorce por allá); no cuando las personas las necesitan, sino cuando el Gobernador necesita ganar las elecciones, con los votos de esas personas necesitadas.

Y cuesta más todavía creer que quienes le han diseñado la campaña electoral al Gobernador piensen, con la astucia que los caracteriza, que la gente común no se va a dar cuenta de la tremenda manipulación a la que está siendo sometida con esta descarada estrategia de «viviendas por votos».

Una manipulación que, además, rompe claramente el fair play electoral, toda vez que es más que notorio que ninguno de los otros candidatos tiene ninguna posibilidad de recurrir a este tipo de demagogia para poder cimentar sus aspiraciones. Solo el gobierno puede hacerlo. Y aunque sabe que no debe, lo mismo lo hace.

Pero las cosas funcionan así en Salta: Años seguidos de sequía y, de repente, una copiosa lluvia de «generosidad» gubernamental. Esta especie de versión incaica del cambio climático conduce inevitablemente a preguntarse si quien utiliza los bienes públicos (las viviendas lo son), para satisfacer sus necesidades electorales más urgentes e inmediatas, obra con sujeción a las normas de la moral política o si, por el contrario, está jugando miserablemente con los derechos y las necesidades de los gobernados.

Uno de los problemas mayores es que Salta padece una aguda crisis habitacional y que aunque el Gobernador se propusiera repartir casas todos los días del año, esta crisis no desaparecería sino después de varias décadas. Lo que hace Urtubey con las viviendas de los salteños, pues, es arrojar desde la tribuna rollos de papel de cocina, como ha hecho recientemente Donald Trump en Puerto Rico; es decir, como quien arroja maní a los monos.

Sepan los que viven en nuevas las viviendas o los -cientos de miles- que aún viven en ranchos mal hechos, que en la construcción de las casas que don Juan Manuel Urtubey reparte hoy con alegre prodigalidad no se ha gastado un solo centavo de su abultado bolsillo. Que quien hoy recibe una vivienda pública de manos del Gobernador, sea gratuita o casi gratuita, se lo debe al esfuerzo del conjunto de la sociedad. De la salteña y de la argentina, pues la práctica totalidad de las viviendas que el Gobernador «entrega» han sido construidas con fondos nacionales o a través de programas del gobierno federal.

Pero como toda desgracia tiene su lado bueno, no queda otro remedio que destacar este: Si Urtubey se ha lanzado como caballo desbocado a entregar viviendas a troche y moche, y va por los pueblos de Salta diciendo: «allí donde ha pisado mi caballo crecen tres ambientes con núcleos húmedos», esto quiere decir que el gran arquitecto de la política, el impenitente cuantificador que se desayuna con encuestas en vez de mate cocido, al final ha tenido que descender de su pedestal y recurrir a la peor demagogia para arañar votos en unas elecciones.

Este descenso nos demuestra que en política todos somos humanos y que hasta los seres que se creen más providenciales y dotados de un intelecto superior pueden, en determinadas circunstancias, utilizar recursos miserables con tal de mantenerse en el poder.

{articles tags="current" limit="3" ordering="random"}
  • {Antetitulo}
    {link}{title limit="58"}{/link}
    {created} - {cat_name} - {created_by_alias} {hits}
{/articles}