Urtubey rectifica y reconoce ahora que Cristina Kirchner 'existe'

  • El Gobernador de Salta, quien hasta hace poco consideraba a la expresidenta Kirchner como un 'monumento del pasado', ahora dice que la mujer 'cuenta con el apoyo de un sector de la sociedad'. El fantasmagórico regreso del kirchnerismo no solo obliga a Urtubey a rectificar sus apresurados juicios sino a soñar una de sus peores pesadillas.
  • Un brusco giro de discurso
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Hasta hace pocos meses atrás, para el Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, hablar de Cristina Kirchner era un deporte bastante cómodo. Criticarla era tan sencillo como apuñalar a un cadáver.


Un buen día, quien se cobijó bajo el ala de la expresidenta y se paseó por el país mostrándole una lealtad inquebrantablemente sospechosa, fronteriza con la obsecuencia, sorprendió a todos con su inacabable muestrario de calificativos para la mujer que gobernó el país con mano de hierro durante ocho años: antigua, autoritaria, ahistórica, amortizada. Y eso solo por citar los adjetivos que comienzan por a.

Pero Urtubey no solo enterró a Cristina Kirchner sino que dijo cosas parecidas, o quizá más duras aún, del kirchnerismo, negando en todo momento que esta fuerza política tuviera nada más que decir o hacer en la política argentina.

El giro copernicano del Gobernador de Salta, que muy tempranamente abrazó la causa de Macri, le valió colocarse en la diana de los feroces seguidores de la líder por él traicionada, algo que sucedió en unos pocos días, como todo mundo sabe.

Desde un peronismo más teórico que real y conciente del rechazo «de piel» que la vacía sonoridad de su nombre suscita en los niveles más profundos de esta fuerza política, Urtubey salió a descalificar a Kirchner por haberse alejado de «las esencias». Acusó a la expresidenta de haber fundado otro partido diferente «por fuera», sin acordarse que él hizo tres cuartos de lo mismo en 2007 para ganar su primer mandato como Gobernador de Salta.

Pero el kirchnerismo, muerto y agotado, según Urtubey, ha vuelto por sus fueros, con una más que decorosa elección en la Provincia de Buenos Aires, la circunscripción electoral más importante del país, por su influencia política y por su número de habitantes.

Al «enterrador» salteño no le ha quedado más remedio que salir a matizar los términos del concluyente certificado de defunción que había extendido unos meses antes, y reconocer en consecuencia que Cristina Kirchner no es la momia perimida, la ambiciosa jubilada que él había venido dibujando, sino una mujer que (todavía) «cuenta con el apoyo de un sector de la sociedad».

Para que no quede la cosa como la admisión de un error tremendo, Urtubey salió a decir que ese «apoyo» no le alcanza a Kirchner «para volver a conducir el país». Pero ¿cómo? ¿No es que estaba muerta y remuerta?

Ahora resulta que Urtubey, que antes ni soñaba con que la expresidenta volviera a serlo, cuenta ahora con los dedos los votos kirchneristas para hacer el cálculo de que ni con trampa la mujer volverá a ocupar la primera magistratura del Estado. Pero esta posibilidad no entraba en sus planes (en los de Urtubey) hace solo cuatro meses atrás. ¿O sí?

Como también sucede en Salta con algunas figuras políticas y algunos partidos, los muertos que mata Urtubey gozan de una envidiable lozanía.

No acierta ni con los refranes

Para peor, cuando le preguntan a Urtubey si piensa que las elecciones del pasado domingo lo han dejado en buena posición para disputar la Presidencia de la Nación en 2019, él responde con un refrán equivocado: «No hay que contar los chivos antes de la aparición» (sic).

¿De la aparición de quién? Nadie sabe. Aunque con lo mucho que a él le gusta «aparecer», lo más probable es que hable de sí mismo. Ahora que de si contar chivos se trata, un avezado contador de cuernos es quizá la persona más adecuada para hacerlo.

Pero lo que más llama la atención de esta desafortunada frase «campestre» es el empleo por parte del Gobernador de Salta de la primera persona del plural («en el campo tenemos»), como si Urtubey les hablara a los porteños «desde el campo», o como si Salta fuese un inmenso terreno rural al que alguien se olvidó de pavimentar.

Ni Urtubey vive en el campo, ni parece que entre sus cualidades se cuente la de estar al día con los usos lingüísticos y las costumbres campestres. Es más razonable pensar que el Gobernador de Salta es un urbanita empedernido y del campo -por lo que se ve- conoce poco o nada, empezando por los refranes.

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