'Urtubey tiene que gobernar cuatro años más para consolidar el frente que armó'

Los argumentos con que se intenta justificar la «necesidad» de que el actual Gobernador de Salta -que lleva ya gobernando casi siete años- sea reelegido para un tercer periodo, que le llevaría a completar un larguísimo mandato de doce años, son cada vez más variados e interesantes.

Hace pocas semanas, un ministro del gobierno, que lleva -como el Gobernador- casi siete años ocupando el mismo asiento, dijo con alegre soltura que su jefe debía gobernar otros cuatro años «porque faltan muchas cosas por hacer».

Nadie, hasta hoy, se había atrevido a enumerar esas cosas tan importantes que se hallan inconclusas y que nadie en Salta -excepto el señor Juan Urtubey- podrá concluir.

Quien se ha internado en estos resbaladizos terrenos no es un ministro del gobierno sino un político de rango bastante inferior, como el Intendente de La Merced, señor Juan Ángel Pérez, a quien le pueden faltar galones políticos, pero no experiencia en materia de reelecciones, puesto que él mismo desempeña un cargo casi vitalicio y, desde su privilegiado sitial de jefe comunal suburbano, ya ha defendido con la misma convicción las sucesivas reelecciones de Juan Carlos Romero, el anterior Gobernador.

Con tono circunspecto y grave, como el que se supone debería utilizar el científico que anuncie el descubrimiento de la cura definitiva para el sida, Pérez ha dicho que Urtubey tiene que gobernar cuatro años más «para consolidar el frente que armó».

Todo se reduce, pues, a una cuestión de albañilería: hay que darle al Gobernador la oportunidad de que solidifique el cemento con el que durante todos estos años pasados ha intentado pegar los fragmentos de «su frente». Cuando el cemento haya secado -esto es, cuando los ladrillos se hayan adherido los unos a los otros como si fueran uno solo- Urtubey podrá hacer tranquilamente las maletas, con la satisfacción del deber cumplido.

A casi nadie le importa -tampoco al intendente Pérez- que la consolidación de un frente electoral (un club de amigos pensado para la repartija de cargos y prebendas públicas) no es una tarea de gobierno ni un objetivo del Estado. Pero en Salta esto da igual, puesto que los políticos lugareños (de cualquier partido) son capaces de ver con gran regocijo cualquier exceso que conduzca al ejercicio más absoluto del poder.

Por las características propias del «frente» que sostiene a Urtubey, por la peculiar idiosincrasia de sus partícipes, consolidarlo -como aspira Pérez- puede llevar más tiempo que el que llevó construir la muralla china o el Monasterio de El Escorial, de modo que los salteños pueden respirar tranquilos: mientras el cemento no endurezca, mientras los ladrillos sigan bailando la 'danza del gaucho', habrá Urtubey para rato.