'No matarás' y los diez mandamientos del turismo

  • Empresarios del turismo, campeones en responsabilidad social empresaria, y funcionarios del área de turismo del gobierno de Salta, quieren enseñar a los residentes a 'ser amables' con los turistas, sin haber dicho en seis años una sola palabra para exigir el esclarecimiento del crimen de las turistas francesas y el castigo de los verdaderos culpables.
  • Doble moral
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Las bellezas naturales de Salta y sus indudables atractivos carecen de valor sin un sustento ético. Pero esta es una verdad que muchos no conocen y que otros menos aún practican. En nombre del turismo, como de cualquier otra actividad que persiga una finalidad lucrativa, se pueden cometer los más graves atropellos contra la dignidad humana.

Preguntémonos ¿qué sensación experimentaría un salteño si al llegar al aeropuerto de un destino turístico de fama universal fuese recibido con una gran pancarta que dijera: 'Bienvenido a este paraíso tropical en el que la justicia lleva años sin poder esclarecer la violación y asesinato de dos jóvenes turistas, aun a sabiendas que los responsables del crimen se ocultan entre los nativos de la isla'?

A la amabilidad con el visitante hay que añadirle también algo de sinceridad autocrítica. «Aquí nos esforzamos para tratar bien al visitante, pero algunos de los que han venido solo han podido regresar a sus lugares de origen en las bodegas de un avión y encerrados en cajas de madera».

Quizá en el corto plazo no sea conveniente ser tan extremadamente sinceros. Pero a la larga, eso de seguir ocultando lo que es evidente puede acarrear serios problemas; no solo de conciencia sino también económicos y operativos.

Cuando ocurrió en Salta el horrendo crimen de las turistas francesas, por razones que no viene al caso analizar aquí pero que convendría en algún momento estudiar en profundidad, los principales agentes del turismo de Salta, incluido el gobierno y los empresarios del sector, a pesar de estar directamente concernidos, renunciaron a valorar el impacto que este suceso habría de tener sobre la actividad. No solo el impacto económico, que sería lo de menos, sino especialmente el emocional y aquel que proyecta consecuencias en el plano moral.

Si el gobierno provincial, frío e insensible, apenas reaccionó con humanidad frente al drama de esas dos familias extranjeras que se enfrentaron desoladas primero a la tragedia y después a la manipulación institucional, hay que reconocer que los protagonistas del turismo de Salta no movieron ni una ceja.

Y si eso ocurrió hace casi seis años, hay que decir también que en todo este tiempo ningún hombre o mujer prominente del turismo de Salta ha solicitado con la vehemencia y el compromiso cívico que se requiere el completo esclarecimiento del crimen y el castigo de sus culpables; no ya como un ejercicio moral pendiente, sino como un gesto indispensable e impostergable para lavar la imagen de una actividad profundamente dañada, no tanto por el crimen como por el silencio con el que se pretende cubrirlo.

Por eso, antes de enseñarle a los operadores turísticos y a los ciudadanos que hay que ser «amables» con el turista que nos visita, convendría hacerles entender el valor y el significado del sexto mandamiento.

Y aprovechar también ese enorme aparato de que dispone el Observatorio de Violencia contra las Mujeres de Salta para que entre todos aprendamos y enseñemos a los que negocian con el turismo que «ser amables» y «matar» son conductas absolutamente incompatibles que solo caben al mismo tiempo en la cabeza de los seres humanos más perversos.

Entre los empresarios y empresarias del turismo de Salta hay mucha gentes honrada que piensa de esta manera, pero que resiste a expresarlo públicamente por miedo a perder el favor del gobierno, que en materia de turismo ejerce como padre protector.

En suma, que el turismo tiene que entonar de una vez su postergado «mea culpa» y contribuir a la sociedad, no solo creando empleos ficticios, sino condenando con energía y sentido de la oportunidad la violencia contra las personas, sean turistas, sean mujeres o sean lo que sean.