Tren a las Nubes (o el orgullo que provoca el fracaso)

El descarrilamiento del Tren a las Nubes y el rescate heroico de sus pasajeros en la alta montaña se han convertido en todo un clásico del turismo de Salta.

Todo ello, hasta tal punto de que el viaje del mítico tren -recientemente estatizado por el gobierno de Urtubey- no se entiende ya sin un deslizamiento de tierra, un descalzamiento, un derrumbe de cerros, un descarrilamiento o cualquier percance que anime un poco el viaje.

La conversión del Tren a las Nubes en un magnífico activo del turismo de aventura (solo le falta contratar como azafato al famoso rubio de Camel) se ha producido gracias a la miopía del gobierno provincial y a la incompetencia de sus funcionarios y gestores.

El penúltimo percance ha tenido lugar ayer por la mañana, cuando el famoso tren turístico descarriló a la altura del paraje El Alisal. Se trata del tercer incidente de las mismas características en poco menos de tres meses.

Esta vez los responsables de la empresa no han echado mano de eufemismos para describir la situación, pero igual que en ocasiones anteriores, en lugar de dar explicaciones consistentes acerca de la debilidad estructural del servicio, han hecho hincapié sobre la «normalidad» de las tareas de evacuación de pasajeros, el buen estado de salud de estos, la perfección del plan de contingencia, devolución de billetes y toda una serie de medidas reparadoras.

Ningún responsable del gobierno ni de la empresa estatal que explota el servicio turístico ha explicado por qué motivos es necesario poner en marcha con tanta frecuencia el tan mentado «plan de contigencia».

Es curioso que la explicación oficial señale que «a la mayoría» de los pasajeros repatriados desde la alta montaña se les ha devuelto el importe del billete comprado. Si el viaje se ha frustrado para todo, lógico es suponer que la empresa hubiera devuelto el importe del billete a todos los pasajeros afectados y no solo a la mayoría.

Según recoge la página web oficial del gobierno de Salta, el presidente del Tren a las Nubes, señor Diego Valdecantos, no solo no ha pedido disculpas a los pasajeros por el viaje frustrado y las tensiones vividas, sino que se ha mostrado en cierto modo orgulloso de que el regreso de los pasajeros haya sido inmediato. Al cambio, es como si el fabricante de un coche defectuoso involucrado en un siniestro mortal declarara su satisfacción porque los cinturones de seguridad hubiesen funcionado bien, a pesar de que los frenos hubiesen fallado estrepitosamente.

Y como nunca las culpas son de uno sino del otro, el señor Valdecantos adelantó en la misma página web gubernamental que ya ha solicitado los informes técnicos correspondientes al Belgrano Cargas. Es decir, que mientras tanto y la vida pasa, el señor Valdecantos espera que alguien le responda diciéndole cuáles han sido las causas del descarrilamiento. No antes de eso adoptará las medidas necesarias junto a la Unidad de Proyectos Ferroviarios, a los efectos de garantizar el servicio.