
Los ciudadanos de Salta, ávidos consumidores de información, se dan cuenta perfectamente que la comunicación pública del gobierno de Salta no atraviesa precisamente por su mejor momento.
Aunque la mala calidad de la información de las acciones del gobierno es una constante desde hace muchos años, últimamente se están alcanzando marcas de campeonato.
Uno de los serios aspirantes a la medalla de oro en las olimpiadas del absurdo es el Ministro de Trabajo, Eduardo Costello, que ayer, sin ir más lejos, ha comunicado a la población que el nuevo polo textil creado en La Silleta, junto a otros 26 emprendimientos que ya se encuentran en marcha en toda la Provincia, han posibilitado la creación de más de 600 puestos de trabajo genuinos.
El adjetivo es muy sorprendente, porque si se trata de puestos de trabajos creados por el gobierno, lo menos que cabe esperar es que se trate de empleos auténticos y legítimos; es decir, de empleos genuinos.
Si admitimos lo que nos propone el señor Costello -es decir, que los empleos de La Silleta son empleos genuinos- tendremos que pensar también que el gobierno, además de los genuinos, crea otros puestos de trabajos que no son ni auténticos ni legítimos; es decir, que son puestos de trabajo truchos.
Puestos a interpretar el alcance de tan desafortunado adjetivo, solo cabe pensar que lo que Costello ha querido decir es que los 600 trabajadores contratados en estos talleres medievales trabajarán efectivamente, que no cobrarán un sueldo por rascarse, como sí en cambio hacen otros personajes contratados para trabajar por el gobierno.
Mientras la legislación laboral argentina, desde que existe, solo contempla una sola clase de empleo: el legítimo; al parecer para el ministro Costello la realidad del empleo se ha desdoblado en dos: una genuina en donde la gente trabaja y cobra de verdad; y otra falsa, en donde la gente cobra pero no trabaja, o no hace ninguna de estas dos cosas.
En la jerga de la economía del trabajo se habla de empleo neto, de empleo directo, de empleo estable, de empleo de calidad, pero no de empleo "genuino", porque el empleo, definitivamente, o es auténtico o no lo es.