
En verano por las lluvias y las inundaciones, en invierno por el viento y la falta de precipitaciones, todo el año por los terremotos. Si no es por una razón es por otra: Salta es una ciudad vulnerable en cualquier época.
No podemos impedir que llueva o que sople el viento. Menos aún que tiemble la tierra, que, para sacarnos de quicio, tiene la mala costumbre de no avisar.
Pero aunque la lluvia, el viento, el calor, el granizo o las heladas avisan, la mayoría de los medios de comunicación de Salta publican los alertas meteorológicos cuando el fenómeno ya ha ocurrido. Solo cuando tenemos medio metro de agua dentro de la casa, los diarios nos advierten: «cuidado, que puede llover mucho». No se conoce en Salta el significado y el valor de una alerta temprana. La mayoría de los medios de comunicación prefiere no publicarlas, por miedo a que el pronóstico no se cumpla. Ridículo.
La causa más importante de que se produzcan inundaciones en la ciudad de Salta es la basura. Pero contrariamente a lo que se cree, no es solo la basura depositada en lugares inadecuados: también constituye un problema serio lo que podríamos llamar basura legal.
Es archisabido que lo que obstruye los desagües y las tuberías es el plástico y ciertos objetos compuestos de materiales casi irreductibles como los pañales desechables o las toallitas húmedas, que forman una tándem muy socorrido en la higiene de los lactantes.
Sin embargo, todo este tipo de basura es arrojada sin cuidado a la calle en Salta.
En nuestra ciudad no hay contenedores soterrados, como en otras ciudades del mundo, para que la basura no esté a la altura de la vista, para que no pueda ser objeto de cirujeo, para que no la ataquen los animales callejeros, y fundamentalmente, para que no pueda ser arrastrada por las aguas.
Pero aunque dispusiéramos de estos contenedores, los camiones recolectores que actualmente tenemos no podrían acceder a ellos para manipular su carga.
Buena parte de la solución pasa por prohibir la entrega gratuita de bolsas de plástico en los supermercados, pero las autoridades competentes en Salta se han empeñado en todo lo contrario. Más bolsas de plástico en los hogares significa, sin lugar a dudas, más inundaciones.
El problema de los pañales descartables es sin dudas grave, por la enorme cantidad de población infantil que hay en Salta y porque no se pueden prohibir, como las bolsas de los supermercados.
Pero también es especialmente grave porque el material de que están hechos está diseñado para expandirse al contacto con el agua. Un pañal usado puede multiplicar varias veces su volumen y cambiar caprichosamente de forma cuando es arrastrado por el agua de lluvia. Lo mismo sucede con otros elementos sanitarios fabricados con el mismo material.
No se trata, pues, de recomendar a los ciudadanos no sacar la basura a la calle. Esto es insuficiente. Se les debe informar y enseñar qué tipo de materiales, una vez desechados, pueden provocar atascos en las cañerías y cómo deben tratarse este tipo de residuos en el propio domicilio.
Es realmente absurdo plantar árboles y al mismo tiempo obligar a los supermercados a regalar bolsas de plástico o carecer de una política seria para deshacerse de una forma segura de pañales de un solo uso y de otros materiales que no se disuelven en el agua y provocan atascos en cañerías y desagües.