Acabo de leer en La Nación on line un titular que reza: 'Duhalde: "Hay que reconstruir esa cosa esquizofrénica que es el justicialismo"' y no puedo menos que manifestarme transido de la emoción a causa de semejante convocatoria. No me emociona tanto el hecho de que un líder de la talla del expresidente de facto se sincere y declare a los cuatro vientos la necesidad de reconstruir el justicialismo, sino el hecho de que un potencial candidato a presidente en 2011 convoque a "reconstruir la esquizofrenia" de un partido político cuya vida útil dura ya mucho más de lo que pudo haber soñado su fundador.
Con esto quiero decir que Duhalde no es partidario de acabar con el justicialismo tal cual lo conocemos. No llama a los suyos a acabar con "la cosa esquizofrénica" sino a reconstruirla. Se conoce que Duhalde ama secretamente la esquizofrenia justicialista y que no está dispuesto a dejarla escapar, siempre y cuando le favorezca a él y no a sus contradictores. "Para esquizofrenia, la mía", parece haber dicho Duhalde al sentenciar la necesidad de "reconstruirla" y no pronunciarse sobre la necesidad de acabar con ella.
Con la que está cayendo, es probable que las intenciones presidenciales de Duhalde se canalicen por un "partido diferente" al Justicialista. Es lo que se llama "ir por fuera", lo que no supone "romper con el justicialismo" sino simplemente coger la "pole position" para luego "ir por dentro", es decir, volver al Partido Justicialista y controlarlo, desalojando previamente a los que estaban.
Esta maniobra, conocida hasta en sus más íntimos detalles por los salteños, supone el no va más de la estrategia de reconstrucción de la esquizofrenia.
Los movimientos de los próximos meses nos dirán si Duhalde persigue una "reasociación de las funciones psíquicas del justicialismo" (lo que a primera vista no quitaría a esta fuerza política su tinte retrógrado y tercermundista) o si, por el contrario, su verdadera intención es seguir hurgando en la brecha mental peronista, no para superar la esquizofrenia, sino para mejorarla, para enriquecerla y para embalsamarla de modo que pueda "seguir tirando" unos cincuenta años más, cuando ya nadie se acuerde quién fue Perón y a todos nos quede del justicialismo esa sensación de ambigüedad que sólo pueden experimentar quienes han nacido con los dos sexos y se han preocupado por ejercerlos sucesivamente, procurando que el uno no mate al otro.
'Esa cosa esquizofrénica que es el justicialismo'
Luis Caro Figueroa
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