Es la democracia, Rocky

Es difícil para alguien de fuera escribir sobre situaciones que se intuyen importantes para los tiempos que vienen pero que no se viven en primera persona. No he podido resistirme, a pesar de esas dificultades, a hacerlo esta semana sobre reciente jura de los nuevos miembros del Congreso. Ayer antes de dicha ceremonia, la Presidente Fernández dijo en otro acto, algo así como que “por fin se arrebataba los clientes a los partidos políticos y se los devolvía a los supermercados”. Me sorprendió escuchárselo: el clientelismo político viene siendo negado por activa y pasiva por este gobierno y, devolver clientes a un supermercado, tampoco me parece a estas alturas paradigma alguno de lo innovador políticamente hablando. Recinto de la Cámara de Diputados de la NaicónAyer también se le devolvió algo de balance democrático al Congreso: hacía algo de tiempo que venía siendo necesario. En el mismo día que en la Matanza, la señora Fernández inaugura un shopping y hablaba de igualdad de oportunidades, tener que volver a dialogar y acordar en la Cámara de Diputados, me pareció mucho más importante para recuperar algo de esa “igualdad de oportunidades”.

Continuando con la metáfora de las compras, la tarde-noche me recordó un poco al “Black Friday” (Viernes Negro) con el que después del día de Acción de Gracias los norteamericanos inauguran su temporada de rebajas. Todo bullía, unos iban, otros venían, se gritaba, se silbaba, se ofertaba y se contra-ofertaba. Había un espíritu de entusiasmo generalizado, salvo en la bancada del pobre Agustín Rossi.

Digo el pobre Agustín Rossi, porque debe requerir dosis extras de temple para lidiar con un jefe político como el señor Kirchner. Alguien que puede hacer temblar un acuerdo que te ha costado sudor y lágrimas, que puede acudir a sentarse a tu lado descendiendo por las escaleras rodeado de custodios, cual protagonista de “Rocky Balboa” y que te mantiene en tensión constante porque nunca sabes cuando va a abrazarte o a propinarte un palo, (metafóricamente hablando lo del “palo”, claro).

Los procedimientos de su Congreso no son idénticos a las costumbres parlamentarias del nuestro que yo vivo de forma más cercana; sin embargo conozco los suficientes para darme cuenta que algo fallaba cuando con quórum  de los opositores por primera vez en seis años (se dice pronto), la cosa no arrancaba. Yo me imaginaba al señor Kirchner y su grupo tras bambalinas, como alguien a las puertas de un Harrods o de un Corte Inglés - abierto y en rebajas -, dudando si entrar o no, por falta de crédito en la tarjeta o de cash en la billetera.

El ambiente fue colorista y sorprendente; al menos para mí, claro. Eso no sé si es bueno o malo pero supongo que es democrático. Se daban voces, se instaba con palmas a que la función comenzara, se silbaba, se coreaban cánticos. La “clᔠreunida afuera, en los alrededores del imponente edificio del Congreso, colaboraba a la algarabía con sus pancartas y sus bombos. Se fueron pronto, no hubo el derroche de alegría de otros tiempos.

En las barras había un poco de todo, otra clara señal de lo democrático. Igual se escuchaban los gritos de un peronista que de un radical; de uno de la Campora, que de otro que alentaba a Pino Solanas. En algún palco hasta se podía ver a la mamá de Cristina y suegra de Néstor escoltada por Hugo Moyano, el del (¿único?)sindicato. Todos juntos pero no revueltos, aunque el ambiente era de notorio revuelo.

Por poner algún “pero”, yo diría que Pinky no tendría que haberse peinado con rodete para presidir la Cámara. Debería, al estilo del icono gráfico de aquello de la “liberté, egalité, fraternité”, haber ido con el pelo al viento y en actitud revolucionaria. Lidiar con aquel “combate” en el Congreso, no era para menos.

Y por fin fueron jurando todos: por la Patria, por Dios y por lo que haga falta. Unos apegados a la formalidad institucional, otros más relajados. Alguno “por los ancianos y los niños”, otro “por el movimiento de los trabajadores libre organizado”; otra, Sandra Mendoza,  añadiendo su nota regionalista “folclórica”. Dicen que todo cabe en las democracias.

Mientras a más de 10.000 Km de distancia yo podía ver en directo en mi computadora la ceremonia en el Congreso, la televisión de ustedes, - el estatal canal 7 -,  transmitía el  encuentro Chacarita – Estudiantes de la Plata. Es lo inverosímil de estos nuevos tiempos que ya no permiten en democracia, que “los goles sean secuestrados” pero “secuestran” un poco a los diputados.   

Ayer, mientras la señora Presidente devolvía los clientes al supermercado, el señor Kirchner declaraba que venía al Congreso a “presentar los proyectos del Poder Ejecutivo Nacional”. Fue antes de su jura y de verse obligado a aceptar un acuerdo; debía tener todavía confuso eso de los tres poderes: los proyectos de Presidencia de la Nación, al menos en democracia, son iniciativa del poder Ejecutivo, no del Legislativo.

No sé qué ocurrirá a partir de ahora, aunque mi sensación desde lejos es que algo se resquebrajó un poco y algo nuevo tuvo visos de afianzarse también poco a poco. Olvidarse de los esquemas del número mayoritario fijo y reencontrarse con los del diálogo, la negociación y el acuerdo,  no será fácil pero sí  beneficioso; ponerse de acuerdo cuando se piensa distinto, no es fácil pero es muy democrático.

Hoy en Mar del Plata la señora Fernández ha vuelto a “devolver más clientes al supermercado”; yo me alegro. Ahora sólo resta devolver dónde corresponde, a las filmotecas, a personajes del estilo de “Rocky Balboa”.

Parece que la gente por allí quiere ya tiempos de política, no de boxeo.