Los sombreros de la de Tolosa

No, para venir a Europa no hace falta usar boina ni sombrero, o vestirse como la Garbo pero de pueblo. Se viene normal, correcta, y si hay que destacar es mejor hacerlo por defecto que por exceso: los excesos – si de elegancia en el vestir hablamos – son siempre malos consejeros. Si cito por orden cronológico bajó del avión oficial envuelta en boina; por la tarde en un recinto cerrado y ante una autoridad eclesiástica, usó sombrero; hoy ante el Papa ha vuelto a hacerlo. Nadie – con algún grado de conocimiento sobre protocolo y normas – le ha debido advertir que las señoras en audiencia con el Papa usan mantilla o no usan nada. El color negro fue el único acierto; dicen las normas que sólo las Reinas pueden usar junto al Papa, su color, el blanco. El sombrero de la Jefa del EstadoEl protocolo tiene la importancia que tiene respecto del resto de cosas: menos que otras. Sin embargo, sin importar si eres “progre” o “garca”, al  ser un Jefe de Estado en visita oficial a otros países o mandatarios, debes cuidarlo igual que se cuidan esas otras cosas. Tu imagen es un signo más de la personalidad y actitud que irradias y, al representarlo institucionalmente, un reflejo del país del que eres mandatario. 

Cristina Fernández de Kirchner, - la de Tolosa -, suele meter la pata y mucho con estas cosas. Se le nota demasiado su “ignorancia”, sus ganas de ser la protagonista, la estrella, y un afán obsesivo – y muy contraproducente - de sobresalir por aspectos que cualquier mujer inteligente del siglo XXI, salvo que se dedique al show business, trata de limitar al máximo con el fin de brillar pero por algo que no sea su vestuario.

Protocolos aparte, la elegancia no radica en vestir con marcas caras ni en llevar zapatos y carteras al tono ni en colocarse encima y a la vez, tropemildoscientoscuarentaycuatro” complementos o joyas; al contrario, radica en – con poco o con lo justo – estar atractiva y ubicada. Lo de ubicada lo digo en este caso por el cargo, el lugar, la complexión física y – con mis disculpas – hasta por la edad de la dama.

Cada momento y cada etapa tiene sus cosas; a estas alturas, en su cargo y moviéndose en el mundo de la política, vestirse como la Garbo pretendiendo al hacerlo ser “cool y fashion”, lo único que hace es situarte rozando lo ridículo y chabacano.

Ahora bien, si don Néstor fuera un multimillonario ruso y ella sólo su esposa, la cosa cambiaría y mucho; en el fondo así se visten muchas de las “nuevas ricas” de la antigua potencia de los zares, el telón de acero y la revolución del marxismo proletario.