
Lo lamentable sería que, este logro tan significativo, permita luego seguir autorizando construcciones de altura en la zona patrimonial en desmedro de nuestro patrimonio arquitectónico.
Ernesto Sábato en su última visita a Salta escribió estas líneas que son dignas de reflexión, puesto que está claro como el agua, que preservar nuestro patrimonio es de vital importancia para nuestra identidad cultural.
"... Después de recorrer durante horas la imponente Quebrada de Humahuaca hemos regresado a la antigua ciudad de Salta, tan hermosa en otro tiempo, hoy casi irreconocible, plagada de letreros y de edificios modernos que han roto la belleza de sus calles coloniales. Ya nada va quedando, como si nadie la mirara, aristócrata ciudad de Salta, como si también a ella le hubiera llegado este desencanto moderno que en nada pone empeño, que construye las casas para que se deshagan al día siguiente, ya sin frentistas, ni viejos herreros.
Por la tarde me he acercado a la histórica Catedral, el santuario donde mañana miles de creyentes celebrarán la fiesta del Milagro. Muchos de ellos hace días que vienen peregrinando para ofrecer sus candorosas promesas tan simples como una flor de campo y sus pedidos tan apremiantes como la comida, la salud o el trabajo.
Sentado en la plaza volvieron mis obsesiones de siempre. Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y comunitarios y sobre aquéllos que no tienen valor en dinero sino en belleza. Una vez más compruebo cómo se han afeado las ciudades de nuestro país, tanto Buenos Aires como las antiguas ciudades del interior: ¡Qué poco se las ha cuidado! Da dolor ver fotos de hace años, cuando todavía cada una conservaba su modalidad, sus árboles, el frente de sus edificios. A través de mis cavilaciones, me detengo a mirar a un chiquito de tres o cuatro años que juega bajo el cuidado de su madre, como si debajo de un mundo resecado por la competencia y el individualismo, donde ya casi no queda lugar para los sentimientos ni el diálogo entre los hombres, subsistieran como antiguas ruinas, los restos de un tiempo más humano. En los juegos de los chicos percibo, a veces, los resabios de rituales y valores que parecen perdidos para siempre, pero que tantas veces descubro en pueblitos alejados e inhóspitos: la dignidad, el desinterés, la grandeza ante la adversidad, las alegrías simples, el coraje físico y la entereza moral.
El niño sigue jugando en la glorieta de la plaza, donde seguramente mañana tocará la orquesta o habrá concierto de guitarras como antes en Salta, los días de fiesta".
José de Guardia de Ponté es presidente del CPAS (Centro Patrimonio Salta)