Tres nuevas exposiciones de artes plásticas en Salta

Tres nuevas exposiciones de artes plásticas fueron habilitadas en Salta durante el fin de semana pasado, dentro del Abril Cultural Salteño. Estas muestras representan, además, la madurez de un público afecto a las artes visuales del mundo, y del trabajo que están realizando las instituciones culturales para que tales producciones privilegien el circuito artístico provincial. Están montadas en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y en la Casa de la Cultura. Casa de la Cultura de SaltaEn la planta alta del primero de ellos está contenida la fecunda obra y la calidad artística de Alina Neyman. En la planta baja, hay dibujos y esculturas del español Xavier Mascaró, donde se descifra el nuevo amanecer del hierro, hallando identidades capaces de equilibrar la máquina y el hombre, en un elogio a la potencialidad plástica. La obra de Mascaró vino de la mano de la Oficina Cultural de la Embajada de España en la Argentina, el Museo de Arte Contemporáneo de Salta y la Fundación Alón.

Ambas se abrieron en la sede del MAC, Zuviría, 90, con la presencia de autoridades del museo y del secretario de Cultura de Salta Gregorio Caro Figueroa.

Un numeroso público acompañó la inauguración de Alina. Muestra homenaje. Contiene más de un centenar de obras que se pueden apreciar hasta el 25 de abril y es una oportunidad inigualable de acercarse de una forma extensa a la producción de la reconocida artista.

En otro ámbito, la celebración de la plástica salteña no fue menos. Inauguraron sus exposiciones Francisco Ruiz: ¡Los Quirquinchos no se rinden!; y Armando Portal: Esculturas en metal, que se podrán ver hasta el 30 de abril. También este binomio artístico atrajo un numeroso público la noche del viernes, en la Casa de Cultura, Caseros 460.

Ruiz plantea un sincretismo que es difícil llamar intercultural, pues el diálogo que trazan los referentes culturales de sus pinturas está sostenido por una –y tampoco tomemos en serio la definición– jocosa ironía. Al tomar como protagonista a los Quirquinchos, ya el pintor evidencia su divertimento histórico, y su penetración irónica que él mismo afirma: “…estos quirquinchos que van a ser charangos”.

Entonces asistimos a la síntesis trágica de lo americano, como si toda muerte llevara en sí una alegría. Si en el misticismo europeo el ciervo herido encuentra la muerte en la fuente, Dios calmará la sed de su herida mortal; con su muerte el quirquincho porta las notas de una música profana, de una alegría terrenal. Vemos, entonces, en La rendición de Breda, cuadro del gran Velásquez, asistir a un escuadrón de quirquinchos armados no con lanzas, sino con erkes. Y, por otra parte, la recurrencia a la sexualidad y títulos como Haciendo charanguitos, o ¡Vamos Lilianita con la música pa’ otra parte!, aluden a la conciencia de un “estar” americano, un humor de raíces populares: “ya que nos van a matar, dediquémonos a gozar”.

En cambio, las esculturas de Armando Portal, si bien mantienen una indagación en ese –más que “ser”– “estar” americano, se erigen con movimientos que rozan lo lírico y que rondan el alma, la duda, los opuestos entre el vacío y lo lleno. De ahí que sus figuras humanas sean captaciones de esencias: El amparo, resguarda una cabeza que es casi una prolongación de su sexo; Nacimiento del amor, involucra desde la génesis un triángulo corporal, donde el abrazo se desfigura en la bifurcación de los miembros; o El cantante, donde a la desgarrada expresión que conlleva la pose, se le opone una ahuecada mitad de la caja torácica.

La madurez artística de Portal permite encontrar en sus propias palabras los principios constructivos de su obra: “no quiero una escultura en bloque; mi punto de lo íntimo es el equilibrio entre el aire y la línea; sobre todo, vengo buscando el dibujo en la escultura. Esto explica la plasticidad, el íntimo movimiento de sus figuras y la carga cotidiana que las hacen humanas.