
Ambas se abrieron en la sede del MAC, Zuviría, 90, con la presencia de autoridades del museo y del secretario de Cultura de Salta Gregorio Caro Figueroa.
Un numeroso público acompañó la inauguración de Alina. Muestra homenaje. Contiene más de un centenar de obras que se pueden apreciar hasta el 25 de abril y es una oportunidad inigualable de acercarse de una forma extensa a la producción de la reconocida artista.
En otro ámbito, la celebración de la plástica salteña no fue menos. Inauguraron sus exposiciones Francisco Ruiz: ¡Los Quirquinchos no se rinden!; y Armando Portal: Esculturas en metal, que se podrán ver hasta el 30 de abril. También este binomio artístico atrajo un numeroso público la noche del viernes, en la Casa de Cultura, Caseros 460.
Ruiz plantea un sincretismo que es difícil llamar intercultural, pues el diálogo que trazan los referentes culturales de sus pinturas está sostenido por una y tampoco tomemos en serio la definición jocosa ironía. Al tomar como protagonista a los Quirquinchos, ya el pintor evidencia su divertimento histórico, y su penetración irónica que él mismo afirma: estos quirquinchos que van a ser charangos.
Entonces asistimos a la síntesis trágica de lo americano, como si toda muerte llevara en sí una alegría. Si en el misticismo europeo el ciervo herido encuentra la muerte en la fuente, Dios calmará la sed de su herida mortal; con su muerte el quirquincho porta las notas de una música profana, de una alegría terrenal. Vemos, entonces, en La rendición de Breda, cuadro del gran Velásquez, asistir a un escuadrón de quirquinchos armados no con lanzas, sino con erkes. Y, por otra parte, la recurrencia a la sexualidad y títulos como Haciendo charanguitos, o ¡Vamos Lilianita con la música pa otra parte!, aluden a la conciencia de un estar americano, un humor de raíces populares: ya que nos van a matar, dediquémonos a gozar.
En cambio, las esculturas de Armando Portal, si bien mantienen una indagación en ese más que ser estar americano, se erigen con movimientos que rozan lo lírico y que rondan el alma, la duda, los opuestos entre el vacío y lo lleno. De ahí que sus figuras humanas sean captaciones de esencias: El amparo, resguarda una cabeza que es casi una prolongación de su sexo; Nacimiento del amor, involucra desde la génesis un triángulo corporal, donde el abrazo se desfigura en la bifurcación de los miembros; o El cantante, donde a la desgarrada expresión que conlleva la pose, se le opone una ahuecada mitad de la caja torácica.
La madurez artística de Portal permite encontrar en sus propias palabras los principios constructivos de su obra: no quiero una escultura en bloque; mi punto de lo íntimo es el equilibrio entre el aire y la línea; sobre todo, vengo buscando el dibujo en la escultura. Esto explica la plasticidad, el íntimo movimiento de sus figuras y la carga cotidiana que las hacen humanas.