Eduardo Mac Entyre y el arte negro africano

La colección Campomar, una donación por partida doble. La colección Arte de África que Marta Campomar donó ayer al Museo de Bellas Artes de Salta, contiene 41 obras de Eduardo Mac Entyre, frutos de un proyecto donde el artista reinterpretó las piezas de arte tribal africano que la coleccionista poseía. Obra de Eduardo MacCreemos pertinente -para que el público salteño pueda acercarse con mayores herramientas a la colección que ahora es patrimonio de la provincia- reproducir las palabras al catálogo que Marta Campomar escribió en 2001 para la exposición Arte Negro Africano, donde se expuso en la  galería Arroyo de Buenos Aires el proyecto de Mac Entyre junto a la colección Campomar.

Un proyecto irrepetible


(Por Marta Campomar)

Los hispanoamericanos, desde siempre, hemos convivido con síntesis culturales y artísticas, algunas provenientes de viejas civilizaciones indigenistas u orientales perdidas en el tiempo, otras fusionadas con lo español, lo criollo y las corrientes inmigratorias europeístas. No faltan artistas argentinos, como es el caso de Eduardo Mac Entyre, quienes sensibles y abiertos a las confluencias de culturas han expresado en su arte una gran variedad de estilos, formas y texturas recogidas de patrimonios antiguos y modernos a las que le han dado un sello de nacionalidad propio.

El desafío de retornar a las fuentes de arte primitivo ha estado siempre presente en el subconsciente creativo de muchos pintores y escultores contemporáneos. Contando con el antecedente de la apertura hacia el arte negro de grandes creadores como Picasso, Matisse, Modigliani, Brancusi, Kandinsky, Vlaminck, Braque, Giacometti, y muchos otros, Mac Entyre se ha cuidado de no repetir los estilos ya impresos en las obras de estos grandes maestros, explorando el arte africano desde su propia óptica estética, eligiendo el mismo las piezas que le inducían a la reflexión, al sensualismo o al rigor mítico inspirado por las máscaras y tallas que entraban y salían de su atelier.

Eduardo Mac Entyre es conocido como un gran maestro del arte argentino y como fundador del Arte Generativo; movimiento que ha dado sus frutos en nuestra plástica nacional y de amplio reconocimiento internacional. Difícilmente se le asocia con líneas primitivas, aunque se puede apreciar en sus nuevos trazos esas curvas cósmicas que nunca perdieron contacto con el sensualismo y el color del arte generativo. Todo comenzó por azar, en una simple conversación frente a una talla de África representando ritos de fertilidad de la zona de Mali. Eduardo se dejó seducir por la fuerza oculta de sus curvas agresivas y se levó a su atelier la estatuilla Marka que resultó ser su primer desafío con el arte de África. De esta pieza surgió el cuadro de fondo marrón y curvas rojas con verde Fertilidad Marka y de su preparación salieron una serie de magníficos dibujos que dieron el impulso inicial a la idea de imprimir dice serigrafías para un público joven más abierto a la afluencia de culturas y a las formas naturales de civilizaciones primigenias.

Mac Entyre no se quedó dentro de los parámetros del arte generativo que inspiró su primer cuadro. Se lanzó a rescatar, de su carpeta repleta de viejos bosquejos, ideas que subsistían en su inconsciente artístico y de sus milagrosos cajones vi surgir mes a mes nuevos dibujos y bosquejos con estilos que rozaban lo cubista, realista geométrico, líneas abstractas, asociadas todas ellas a la energía, dinámica y visión luminosa de su arte generativo. Pero esta vez se impone otro ingrediente. Mac Entyre somete a la poesía de sus formas y colores luminosos el rigor y la abstracción distanciadora del objeto mágico donde subyacen las esencias ancestrales que  animan el universo de uno de los continentes más antiguos del mundo.

La belleza y fuerza interior de muchas piezas africanas representando ritos de fertilidad agraria, la fecundidad del ser humano, la lucha entre el bien y el mal, la vitalidad y la muerte, la iniciación a la adultez, la sabiduría del anciano, la presencia del ancestro fallecido, todo ese tránsito de lo terreno a lo sobrenatural que transmiten las figuras o máscaras de cada etnia, están presentes en la recreación de Eduardo Mac Entyre, adheridas a su fuero más íntimo y a su conciencia colectiva americana. Era para mí un proceso fascinante observar cómo el veloz ojo del artista con un toque de lápiz en papel penetraba en el misterioso círculo de curvas, líneas funerarias o escarificaciones de cada pieza que entraba y salía de su estudio. Daba la impresión que no quedaba satisfecho hasta que extrajera el mensaje oculto de la máscara Bwa, de la talla Bambara, o del fetiche Nkissi Nkondi que le inspiró un magnífico cuadro de explosiones afiladas en rojos, marrones y blancos.

Mac Entyre invitó a unirse al proyecto a otro gran maestro en el arte de las serigrafías, Guillermo Mac Loughlin, quien supo interpretar con sensibilidad y pureza las líneas y colores de cada bosquejo o cuadro elegido para serigrafía. Espontáneamente de cada serigrafía iba expandiéndose este proyecto inspirado en una colección particular, que no se hizo con criterio antropológico ni etnógrafo y mucho menos con fines de lucro, sino con criterio personal. El objetivo fue resguardar la belleza y la magia desconsagrada de objetos concebidos para uso domésticos o ritual en un momento específico del desarrollo tribal de los pueblos de África, muchos de ellos hoy en proceso de extinción.

Lo que hoy denominamos Arte Africano, ya entronizado en el Louvre y en muchos otros museos del mundo, en Argentina tiene su pequeño núcleo de coleccionistas. Lo inusual es el intercambio plástico que se logró desde el arte africano hacia el arte argentino en una sociedad y ciudad cosmopolita donde todavía el arte primitivo latinoamericano no tiene un museo propio. El Centro Cultural Borges en abril de este mismo año (2001) abrió sus puertas a la muestra de Arte África de la Colección Campomar acompañada de la primera parte del proyecto artístico de Eduardo Mac Entyre. La entusiasta respuesta del público argentino dio la pauta que nuestra sensibilidad estaba lista y madura para apreciar la conjunción.

Esta respuesta motivó a Mac Entyre a seguir hurgando en los círculos de la máscara Bwa de donde han surgido algunas de las obras más importante en esta segunda etapa de su trayectoria plástica. Parecería como si el arte ancestral de los africanos retuviese algunos recovecos misteriosos que su fértil imaginación necesitaba descifrar. De este empeño surgió otra versión del Cristo de Burkina Faso, el Cristo de la Esperanza, donde convergen la tradición cristiana, musulmana y animista que conviven en la historia de África. Cada pieza era un desafío que seguía atrapando al pintor poniéndose en marcha una nueva fase de creación a exponerse en la Galería Arroyo como novedad que que excitará y deleitará la visión del experto o del amateur que se inicia en el Arte Africano.

Sin duda el público se verá sorprendido por la máscara Bateke, la puerta de granero Dogon, la Ba-kota funeraria, sometida a la fuerza y sutil retina de Mac Entyre, quien no abandona en sus finos trazos la esencia de la figura ancestral con sus hechizos silenciosamente resguardados o en las pinceladas que recogen escarificaciones, miradas abstraídas en el tiempo, signos antropomórficos irresueltos o cuernos de animales sagrados que acompañan a la figura humana en su visión cósmica del universo.

Vivimos tiempo de mediocridad mediática, de disminución de la mirada entusiasta ante el avasallamiento del rating nivelador y acelerado. Más que nunca se necesita que una idea original germine y llegue a su plenitud por su propia riqueza y magia interna. La mente y el espíritu humano se perderán siempre en el espacio universal que genera nuevas formas y movimientos indentificados esta vez con el arte negro ancestral. Esperamos que estas vibraciones de otros mundos ex-puestas en la Galería Arroyo, conduzcan al visitante a un grado de atención y goce desinteresado por el arte en sí mismo, y que en su recorrido evalúe con asombro ese acto de transubstación que es el arte en todas sus formas y que hoy forma parte de nuestro patrimonio cultural en esa relación transformadora entre Eduardo Mac Entyre y los espíritus de la "pacha mama" africana.

Parecerían casi proféticas las palabras del crítico Rafael Squirru al libro de Eduardo Mac Entyre, donde se dice: "Estás últimas pinturas de Mac Entyre invaden las zonas más recónditas de la conciencia, nos conmueven en esas capas íntimas de su ser que custodia el recato de lo sacro".. Y con él diríamos también "No ha logrado el correr de los años destruir aquella pureza que al artista corresponde custodiar como parte inalienable de la vida". Algo de ese fuego ancestral arrebató Eduardo a los dioses africanos, y nos sentimos orgullosos de haberle inspirado en esta dirección donde puso nuevamente a prueba la maestría de su poderosa imaginación plástica.


Comentarios críticos


(...) Ya otros artistas habían comenzado a coleccionar arte africano y mucho antes este tuvo admiradores europeos. Mal puede, pues, sorprendernos que un artista tan talentoso y versátil como lo es nuestro Eduardo Mac Entyre haya sido capaz de plasmar imágenes que, respondiendo directamente a su sensibilidad, hayan encontrado motico de inspiración en la colección de Marta Campomar... (Rafael Squirru, La Nación, domingo 23 de marzo de 2001).

(...) Verdaderamente estimulante es la propuesta de exhibición de las extraordinarias piezas de arte negro de África de la colección Campoma, reinterpretadas por Eduardo Mac Entyre. Este artista, uno de los máximos maestros de la tendencia geométrica de nuestro país, demuestra cuánto sabe de dibujo, de composición y de color, a través de los objetos que eligió para interpretar. Lo más curioso es que el resultado evoca las obras del cubismo histórico inicial, también fuertemente influido por la estética africana... (Albino Dieguez Videla, La Prensa, 18 de marzo de 2001).