
Se produjo tal simbiosis, tan perfecta combinación de música y poesía, que estremeció el alma de todos los presentes. Vivimos un viaje impensado, en el que nos trasportamos a las ancestrales culturas occidentales, para revivir la llegada de los reyes de oriente al pesebre de Belén.
La música nos envolvió con su encanto a tal punto, que parecía estar orquestado por un coro de ángeles celestiales.
Jorge Martorell nos ofreció lo mejor de él, convidándonos la perfección de sus acordes y la emotividad de sus melodías.
Y el público le devolvió en aplausos tanto esmero, tanto esfuerzo y tanto cariño.
Gracias Jorge Martorell, por hacer que la noche de reyes, sea una noche mágica.