
La Argentina celebra el 1 de julio el Día del Historiador en recuerdo de la tarea que el Primer Triunvirato le encomendara al Deán Gregorio Funes en 1812 y que tenía como finalidad escribir la historia de la Revolución para rescatar e inmortalizar la memoria de sus protagonistas y las virtudes de los hijos de la América del Sud.
Su 'Ensayo de la Historia Civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán' y el breve capítulo titulado 'Bosquejo de la Revolución' constituyeron la primera interpretación del proceso histórico iniciado en 1810. Estos fueron los argumentos para declarar el 1 de julio como Día del Historiador; los mismos ponen en escena las relaciones entre la historia, la política y la memoria.
Mariano de Vedia y Mitre, biógrafo de Funes, señaló que el deán llevaba años trabajando afanosamente en esa obra, en condiciones no siempre favorables ya que contaba con bastante edad al punto que recién en 1817 pudo completar, a los 66 años, los tres tomos de su Ensayo de la Historia Civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán, obra que se convirtió en la primera escritura “oficial” sobre el proceso revolucionario de mayo.
En el año 2002, el Congreso de la Nación instituyó esa fecha como el “Día del Historiador” con el fin de homenajear a escritores, investigadores, profesores, comunicadores y aficionados que se dedican al estudio, difusión y análisis de los hechos del pasado.