
Hasta ayer teníamos en nuestra retina la imagen de la coronela Juana Azurduy como un ser esmirriado, de una estatura física sensiblemente inferior a la del General Güemes. En la memoria de todos, la famosa escena de la película de Torre Nilsson en que un esbelto Alfredo Alcón (encarnado en Güemes) dialoga con una no muy alta Mercedes Sosa, que interpretaba el papel de Azurduy.
Pero en esta era de acelerado revisionismo histórico, la aguerrida patriota altoperuana ha dejado de ser lo que era, para convertirse en una mujer de la altura de Maria Sharapova.
Todo ello, gracias a que la Dirección General de Coordinación de Museos, la Subsecretaría de Programas de Calidad para la Atención de Pymes y Contribuyentes y la Dirección General de Pymes, todas ellas de la Municipalidad de Salta, organizaron un desfile de prendas de época y encontraron, para dar vida a la coronela, a una modelo de descomunales proporciones.
El desfile tuvo lugar en el Museo Casona de Castañares y allí se han podido admirar prendas confeccionadas por seis diseñadoras salteñas con diferentes estilos regionales, autóctonos y urbanos.
Dice la información oficial que, tras el desfile, quedaron en resguardo de la casona trajes de granaderos, de infernales y uno especial de Juana Azurduy de Padilla, realizados por integrantes de la Escuela de Artes y Oficios.
El problema será encontrar, en el futuro, a una modelo con las mismas dimensiones para que pueda calzarse el traje de la patriota, sin tener que levantar el ruedo de esa generosa falda blanca.
No obstante, algunos historiadores quisquillosos, de los que nunca faltan en Salta, sostienen que la ilustre coronela del ejército de Güemes no usaba faldas blancas sino pantalones color tierra. Las faldas le hubieran molestado para cabalgar y hubieran puesto en evidencia su condición femenina, algo que la prócer intentó ocultar al enemigo, no solo detrás de sus pantalones, sino de su áspero carácter y de su vozarrón de mando.
Aún así, el crédito por esta hermosa postal histórica se lo merecen las señoras Adriana Aguirre, Cristina Hoyos, Ruth Martínez y Silvia Castro, docentes de la Escuela de Artes y Oficios de la Municipalidad, de cuyas afiladas tijeras salió el soberbio traje de Juana Azurduy.
Sea como sea, es de celebrar que en Salta las modelos no se dediquen solo a vestirse de gauchitas para recibir al primer turista de la temporada, y que nuestras mannequins sean cada vez más altas y fornidas.
A este paso, un buen día en Salta nace una nueva Elle McPherson.
