
Cuentan lo que estuvieron en la Quebrada aquel soleado mediodía, que el abrazo que fundió los cuerpos de Jean-Michel Bouvier y Santos Clemente Vera, al pie del monumento a las víctimas del doble crimen, fue espontáneo.
El emotivo encuentro entre el padre de una de las asesinadas con uno de los acusados (para entonces ya absuelto) del asesinato tomó por sorpresa a algunos de los presentes en el acto, como la entonces Ministra de Justicia del gobierno provincial, Cynthia Pamela Calletti.
En esta foto se puede apreciar con claridad que Calletti no entiende la razón última del abrazo entre el padre de la víctima y el presunto victimario. El gesto de la funcionaria parece gritar: «¡Y ustedes ¿por qué se abrazan?!»
Tras una breve vacilación de cabeza, solo para comprobar que no estaba viendo visiones, la ministra le clavó los ojos en el cuello a Santos Clemente Vera. Esos labios apretados, esos ojos oblicuos bajo el dintel de unas cejas fruncidas, por la furia o por la impotencia, así lo delatan.
Quién sabe si Calletti no conocía ya por entonces lo que iba a resolver el Tribunal de Impugnación en relación con el -por entonces- absuelto Vera.
La mirada feroz de Calletti también puede tener otra explicación. Quizá la ministra pensó, en el exacto momento en que sus ojos austriacos penetraron la piel cobriza de Vera, que era una verdadera injusticia que esos dos hombres maduros se prodigaran allí tanto cariño mientras ella tenía que cuadrar los números para pagar varios millones de euros al indulgente señor francés de la barba blanca.