Papá, he sopado

  • Desde hace relativamente poco tiempo, el Diccionario de la Lengua Española recoge, a título de argentinismo, la palabra ‘hisopo’, a la que define en su cuarta acepción como el palillo recubierto de algodón en sus puntas, que se utiliza para la higiene personal.
  • Idas y vueltas de nuestro idioma

Desde hace siglos, sin embargo, la palabra hisopo (del hebreo, אזוב, y en latín, hissopum) se utiliza para llamar a la varilla de madera o metal dotada en su extremo de una esfera metálica hueca, que, rellena de un material capaz de retener el agua, se utiliza en ciertos momentos del ritual cristiano, en especial durante las bendiciones y en la liturgia de la Vigilia pascual.


Muchas veces hemos visto cómo en este tipo de liturgia un sacerdote sumerge el extremo del hisopo (también conocido como aspersorio) en un calderillo de agua bendita, denominado acetre, y esparce con él agua sobre las personas u objetos a los que se desea bendecir.

Antes de que se generalizara el uso de esta varilla, los clérigos empleaban para el mismo propósito un ramillete de la planta olorosa conocida como hisopo. De allí el nombre del artilugio.

Ahora bien. A pesar de recoger el Diccionario el sustantivo hisopo con el significado de palillo con algodón en sus extremos, el verbo hisopar sigue reservado a la acción de rociar con el hisopo (o con el aspersorio); es decir, rociar con agua bendita.

Así pues, en el idioma en el que hablamos y con el que nos comunicamos con nuestros semejantes, hisopar tiene un solo significado y este tiene muy poco que ver, como hemos visto, con la acción de escarbar las cavidades de un ser humano para recoger material biológico.

También se debe observar, que el hisopo, tal como viene definido en la cuarta acepción del DLE, se utiliza para la higiene personal. Es decir, no tiene una finalidad sanitaria.

Se podría agregar que el lugar de uso más generalizado de estos hisopos son los pliegues de la oreja humana, pero no el oído medio, como mucha gente cree. Este tipo de palillos está especialmente desaconsejado para tareas como la de extraer la cera de los oídos.

Pero así como de una persona que se coloca una inyección no se dice que ha sido agujeado, de aquellos que se someten a pruebas clínicas en las que es necesario un frotis o una extensión (reparación para examen microscópico, generalmente de sangre, exudados o cultivos bacterianos, en la que estas sustancias se disponen sobre un portaobjetos con ayuda de otro, de manera que forman una capa muy fina), no se puede decir que han sido hisopados. De aquel al que se le da un frasquito para que recoja su propia orina no se dice que ha sido frasqueado.

El verbo sopar

En Salta se utiliza el verbo sopar en las siguientes situaciones:

1) En el juego de la loba, cuando alguien exhibe una carta igual a la de un trío que ya está formado en la mesa y tras exhibirla se deshace de la misma carta.

2) Cuando alguien introduce un trozo de pan en una sopa, guiso o potaje que se ha servido a otra persona.

3) Cuando una persona comparte con otra a su amante durante el acto sexual.

Así las cosas, no conviene confundir la acción de hisopar con la de sopar, pues son muy diferentes en esencia y finalidad.

Aunque alguna de las acepciones de sopar pudiera estar lejanamente emparentada los tríos y con la recogida de fluidos humanos, conviene distinguir aquí entre el propósito sanitario y el puro placer carnal.

Convendría aquí recordar la incómoda situación que se produjo en una conocida casa de citas de la ciudad, cuando un grupo de jovencitos le prohibió la entrada a un hombre ya maduro, que pretendía participar de la fiesta (es decir, que quería sopar y no precisamente un cuatro de trébol), sin saber que la repartía las cartas en dicha fiesta era una sobrina suya.

Radioactividad

Luego, no conviene confundir -como hizo un salteño que acababa de hacerse tratar sus dolencias cardiacas en Houston- entre hisopos e isótopos.

Cuando este personaje volvió a Salta después de su gira por los hospitales de Texas, contaba con orgullo que los médicos le habían colocado unos hisopos radioactivos.

La confusión ocurrió en la misma época en que una vecina de barrio se quejó ante la autoridad parroquial de las repetidas timbreadas que -según ella- sufría en su casa cada vez que la visitaban los testículos de Jehová(sic).

Es tarde para cambiar, pero...

Son los sacerdotes cristianos (los católicos y los ortodoxos) los que tienen que salir a defender el santo y antiguo nombre del hisopo. Su silencio hace que los salteños nos confundamos frecuentemente entre los que han sido hisopados y los que han sopado.

Cuando las señoras timberas de la Sirio dicen: “pongo el siete en esta escalera, y sopo en esta pierna” no se puede saber con certeza si están jugando a la loba o practicando un análisis PCR.

Pero mucho nos tememos, que con la tendencia que tenemos los salteños de inventar verbos a partir de los sustantivos, si al hisopo lo llamásemos palillo, automáticamente diríamos que los pacientes sometidos a pruebas han sido palilleados, o algodoneados o bastoneados, según el caso.

Para construcciones exóticas, que excepcionan las reglas de nuestro idioma, casi es preferible que sigan diciendo y escribiendo que han sido hisopados, aunque no hayan sido rociados con agua bendita.