No me olviden, ¡soy Zottos!

  • El diputado nacional por Salta, electo esta vez en las listas del Partido Justicialista (anteriormente lo fue por el PRS), Andrés Zottos, ha salido de las cavernas y agitando los brazos ha lanzado un mensaje de náufrago.
  • Un S.O.S. lanzado desde el fondo del mar

El que fue durante ocho años Vicegobernador de la Provincia de Salta, que luego intentó sin éxito convertirse en senador nacional y que tras no poco arrastrarse consiguió colarse en las listas peronistas a diputado nacional, ha quedado flotando entre dos corrientes, después de que ayer cambiaran los gobiernos.


A través de un correo electrónico con el asunto «Renuevo mi compromiso de trabajo con los gobiernos nacional y provincial por un país más federal», el exvicegobernador, que siempre anda renovando y redoblando, ha saludado al presidente Alberto Fernández, al gobernador Gustavo Sáenz y al vicegobernador Antonio Marocco. Es decir, se ha guardado bien el saludo para la nueva vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, para quien el actual diputado nacional por Salta no ha tenido últimamente unas palabras muy amables que digamos.

A Zottos solo le ha faltado decir, a grito pelado: «No me maten, ¡soy Giordano!»

Uno de los datos más curiosos del correo de Zottos, es que el parlamentario menciona que es «presidente del Bloque Justicialista», un cargo que seguramente no tiene muchas exigencias de antecedentes peronistas, ya que el señor Zottos fue, hasta hace muy poquito, presidente del partido gorila que se fundó en las postrimerías de la última dictadura militar, justamente con la intención de frenar al peronismo salteño.

Zottos, que anda un poco escaso de protagonismo, habida cuenta de que en Buenos Aires no se organizan tantos misachicos como en Salta, dice desde su ostracismo parlamentario que «reitera su voluntad» (ojo con esto) de acompañar las políticas «que signifiquen más trabajo, prosperidad y felicidad para los salteños».

Durante su prolongado y aséptico servicio a los intereses y caprichos del gobernador Juan Manuel Urtubey, Zottos apoyó cuanta política se le pusiera por delante, sin distinguir mucho entre felicidad, trabajo y prosperidad. Hoy Salta es un páramo, pero así como Zottos se convirtió en muy poco tiempo en peronista de pata negra, también se puede falsificar como un eterno y atemporal militante de la felicidad organizada.

Para mayor escarnio, los aspavientos tardíos de Zottos desde su olvidado escaño de legislador dicen ser de «gran relevancia», por el solo hecho de que él integra el llamado Interbloque Federal.

Según Zottos, como su propio nombre lo indica, lo que sus colegas de interbloque profesan es el «verdadero federalismo», aunque si tenemos en cuenta de que Zottos, criado y engordado en un partido visceralmente antiperonista hoy es un peronista de pro, debemos dudar bastante de que este federalismo sea «verdadero», como él sostiene.

De hecho, el diputado Zottos parece reducir el federalismo a lo que él llama «defensa de las economías regionales, para superar esa gran asimetría que se mantiene con el interior del país». Pero el federalismo de la Constitución no es económico (una cosa así no existe en el mundo entero) sino estrictamente político.

Probablemente lo mejor que en estos momentos podría hacer Zottos por los salteños es lograr la definitiva federalización de los misachicos y que la peregrinación de la Virgen de Yariguarenda comience en la Panamericana, y no en los barriales próximos a Tartagal. Solo así demostrará que es un «verdadero» peronista federal.