
Curioso es que el proyecto reformista de Cánepa y sus compañeros de asiento no contemple también la posibilidad de instaurar el bicameralismo municipal, creando para ello un "Senado Deliberante de proximidad" junto al tradicional (y plebeyo) Concejo Deliberante, ya que sería ésta la única forma de proporcionar una justificación institucional a la aparición -sorpresiva, por cierto- de la frankensteiniana figura del Viceintendente Municipal.
El proyecto de Cánepa, que será discutido hoy por los concejales de la Municipalidad de Salta, pretende básicamente acometer la reforma de la Carta Orgánica, en vigor desde hace 26 años, y aprovechar la convocatoria electoral del año próximo para elegir a los futuros «organiyentes» (no confundir con «organiyeros»). El neologismo evitaría dar el nombre de «convencionales constituyentes» a unos señores que no van a redactar ni a reformar ninguna constitución).
Pero si los concejales abandonaron tempranamente la idea de implantar el bicameralismo a nivel municipal, al menos se preocuparon en que el proyecto prevea la extensión de sus mandatos de los dos años actuales a cuatro, así como la renovación parcial del Concejo Deliberante, como sucede en las mejores asambleas parlamentarias del mundo.
El nuevo Disneyland municipal dispondrá también de un fiscal de Estado (llamado "Fiscal General de la Ciudad"), tendrá un «nuevo concepto» de Defensor del Pueblo (probablemente incorpore la figura del Mediocampista del Pueblo) y, para que no falte, habrá un Consejo Económico y Social, que, tal y como están las cosas, funcionará en el Mercado San Miguel de forma simultánea a la celebración del afamado Concurso de la Pizza.
Por último, el proyecto prevé la modificación del artículo 20 de la C.O. para erradicar las sesiones secretas de la faz institucional de la Municipalidad y para que todas las deliberaciones del Concejo Deliberante sean públicas, como corresponde.