
De acuerdo con la información publicada por el matutino porteño, el Jockey deberá estudiar la solicitud de acceso del mandatario salteño, entre otros motivos porque Urtubey no tiene parientes que sean socios de la centenaria entidad porteña ni pertenece tampoco a ningún otro club, nacional o extranjero, que haya suscrito convenios de reciprocidad con el Jockey Club.
Lo curioso es que la noticia de la solicitud de Urtubey para incorporarse al club de «caballeros representativos de la actividad política y económica del país» se conoce a pocos días de que el mandatario salteño, mediante el uso de la excepcional herramienta del decreto de urgencia, haya declarado el estado de emergencia alimentaria, como consecuencia de la situación de pobreza extrema que se vive en su Provincia.
Igualmente llamativo es el hecho que el peronista Urtubey -emulando a Groucho Marx- haya pedido incorporarse a un club que fue disuelto por Juan Domingo Perón en 1953, poco después de que hordas peronistas descontroladas le prendieran fuego.
Lo que no parece ser cierto es que, en caso de ser admitido, Urtubey se proponga sustituir el retrato de Julio Argentino Roca que cuelga en los salones del Jockey por el óleo de Rudecindo Alvarado que adorna una de las principales estancias del provinciano y estrecho Club 20 de Febrero, una mala copia del Jockey, con el que sin embargo el antiguo y elitista club salteño comparte y siempre ha compartido -independientemente del ciclo político- una común predilección por los militares.
Ahora Urtubey deberá enfrentarse a un sistema de votación con bolilla negra, que es el que de verdad decidirá su futuro. Las elecciones presidenciales de octubre no son nada para él, comparadas con la posibilidad, realmente atractiva, de poner un pie en el club que, con toda seguridad, no es el que le «pone el rostro a la pobreza» de la Argentina.