Como si la Argentina fuese Yemen o Somalia, Lavagna reclama que se declare la 'emergencia alimentaria'

  • Las medidas populistas anunciadas por el presidente Macri después de su mal resultado en las elecciones primarias del 11 de agosto, han tenido el efecto que se preveía: una catarata de exigencias de medidas todavía más populistas.
  • Otro exceso populista

Una de ellas está contenida en la propuesta del candidato de Consenso Federal, Roberto Lavagna para que el gobierno “implemente, de forma inmediata, un programa de emergencia alimentaria y sanitaria, para que a nadie le falte alimentos ni remedios”.


Dejando de lado el hecho de que un gobierno, por muy eficiente que fuese, no podría de ninguna forma asegurar que a “nadie” le falten alimentos o medicamentos en un país de más de 46 millones de habitantes, el arrebato populista de Lavagna da a entender que en la Argentina se vive una hambruna similar a la de algunos países del llamado Cuerno de África o del área del sudoeste de Asia. La terminología empleada por Lavagna para reclamar medidas en la Argentina es poco respetuosa de la situación que atraviesan otros pueblos de la Tierra.

Fiel a su versión de “peronismo en estado puro”, Lavagna también ha apelado a la demagogia al invitar al resto de candidatos a “suspender” la campaña electoral, como dice él haberlo hecho, sin que hasta el momento se sepa que el avión oficial de la Provincia de Salta, que sirve de medio de transporte para los principales líderes y activistas de Consenso Federal haya apagado sus turbinas. Y sin que se sepa tampoco que Juan Manuel Urtubey haya interrumpido en ningún momento su raid por los canales de televisión de Buenos Aires.

A pesar de la “suspensión” decretada por Lavagna, la vena proselitista de Urtubey no duerme, como lo demuestra el hecho de que antiguos y actuales ministros suyos han aparecido en las últimas horas catapultados inesperadamente a los primeros planos de la política de Salta, en clara demostración de que Urtubey no tiene ninguna intención sincera ni de suspender la campaña ni de abandonar el protagonismo político en su provincia.

Lavagna ha hecho sentir su voz en el caos, pero no para aportar orden y racionalidad sino para profundizar la confusión y el desencuentro. Para él, el populismo de Macri es insuficiente y lo que exige en consecuencia es que el populismo se refuerce con medidas de tipo “comida barata para todos”, que de antemano sabe el candidato que va a concitar más adhesiones que rechazos inmediatos.

Sin embargo, la culpa no es tanto de Lavagna -que al fin y al cabo se limita a hacer su trabajo- sino de Macri, quien después de años de hablar de libertad de mercado, de promoción de la iniciativa privada y de apertura al mundo, después de perder las elecciones se ha descolgado con una serie de medidas “peronistas”, en el peor sentido de esta expresión, interviniendo el mercado de trabajo y concediendo aumentos de salarios que solo los agentes sociales pueden acordar a través de los mecanismos legalmente establecidos. Mucho nadar para morir en la orilla.

Lavagna viene a confirmar lo que planea en el inconsciente colectivo nacional y es que el bienestar de la población depende del humor, de la voluntad o del acierto del que gobierna, y que un “decreto de felicidad” puede llevar comida y salud a los hogares argentinos, mientras que quienes se benefician de estos “freebies” solo tienen que esperar sentados a que los Reyes Magos llamen a su puerta.

En suma: emergencia alimentaria y sanitaria para todos, hasta que lleguen ellos y le pongan dinero en el bolsillo a la gente, como han prometido.