
Como sucede en algunas películas, todo cobra sentido, no cuando la película termina, sino cuando uno sale del cine masticando la rabia de un final inesperado e insatisfactorio. Al final, Yarade hizo bien en renunciar, pues alguien que ama a su familia difícilmente puede seguir siendo primer ministro de un desalmado que piensa que en la política hay que jugarse hasta la vida y la de los más próximos.
Un detalle realmente curioso de las explicaciones publicadas en Facebook por Yarade sobre su renuncia es el pasaje en donde dice «Desde donde esté, mi compromiso por Salta y liberarlo de las mafias sigue intacto».
Pero cómo, ¿es que hay mafias en Salta? ¿Es posible que ni Yarade ni Urtubey nos hayan hablado antes de ellas?
La afirmación de Yarade es para poner en un cuadro, puesto que de las explicaciones que él mismo ha dado acerca de los motivos de su renuncia se desprende que esas mafias no están en la frontera, ni tienen que ver con la trata o el narcotráfico. Yarade ha dicho con una claridad pocas veces alcanzada que: «Hay mucha gente buena que me ha acompañado y mucha gente mala, mucha gente sucia».
Evidentemente, la «gente mala» y la «gente sucia» pertenecen a las «mafias» a las que ha señalado el renunciante. Y no están en otro planeta: están en el Grand Bourg y mantienen una evidente conexión con el gobierno.
Del otro lado, Urtubey ha tomado la renuncia de su primera espada como si nada le importara. Si la casa de Yarade fue sobrevolada por un aparato intruso, que puso en riesgo a su familia, al Gobernador de la Provincia (evidentemente más preocupado por los pobres números de las encuestas) no se le ha movido ni un pelo. «Pregúntenle a él», ha dicho con una frialdad rayana en la indiferencia absoluta.
Podría haber estado un poco más elegante, un poco más solidario con quien le sacó las castañas del fuego en los últimos dos años de ausencia y decir algo así como que «se trata de un hecho grave que intentaremos investigar hasta las últimas consecuencias y procuraremos evitar que no se repita».
Pero Urtubey se ha olvidado no solo la letra de la canción, sino también el hecho de que a la hora de «procurar», tiene ahora a un Procurador sediento de focos y de micrófonos dispuesto a investigar hasta por qué el café que se sirve en la Ciudad Judicial tiene sabor alcalino.
Y ya para incursionar en el terreno de la comedia, Urtubey ha dicho que “Está buenísimo que aquellos que tengan la voluntad de hacer campaña, lo hagan desde el sector privado. Aquellos que están en campaña no pueden estar en la función pública”.
¡Genial! La orden debe ser cumplida por todos, pero no por él, que no hará su campaña desde «el sector privado» sino que seguirá empapelando las oficinas del Grand Bourg con pancartas proselitistas, continuará usando como si fuesen suyos los aviones del Estado salteño y no dudará en seguir convirtiendo a la Casa de Salta en Buenos Aires en los headquarters de la fórmula que integra con Lavagna.
Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago.