El enemigo número uno de las 'dobles candidaturas' que ha colocado a sus candidatos en dos 'frentes' antagónicos

  • La coherencia es una virtud política muy declamada pero muy poco practicada.
  • El miedo a perder paraliza

El camino que los políticos utilizan para alcanzar sus objetivos es generalmente sinuoso -ya lo sabemos- pero hay una diferencia grande entre aquellos que rectifican el rumbo porque la realidad termina imponiéndose a sus deseos, y aquellos que reniegan sorpresivamente de sus discursos y posturas anteriores porque, de cara a las próximas elecciones, les conviene cambiar de tercio.


Las dobles candidaturas son una enfermedad muy característica de nuestra precaria democracia electoral. Y no son poco dañinas. En la base de su rechazo se encuentra la percepción negativa de la entidad moral de aquel que, por tener miedo a perder, coloca sus huevos en varias canastas.

Pero si el miedo a perder, o el oportunismo político, se encuentran en la base de la desgraciada estrategia de las dobles candidaturas y estas concitan tan amplio rechazo por estos motivos ¿qué se puede decir de los partidos políticos que se reparten en varios frentes no con otra intención que la de evitar sentirse perdedores la noche electoral?

El reproche moral debería ser en principio el mismo, pero hay seguramente un plus de responsabilidad en quienes hoy aplauden que un partido se «reparta» en varios «frentes», cuando poco antes se mostraron ante sus congéneres como enemigos jurados de las dobles candidaturas.

Al final, la estafa al electorado es tan reprochable en uno como en otro caso.

Por eso hay que lamentar lo que está ocurriendo ahora mismo en Salta con la danza suicida del Partido Justicialista y de sus candidatos, calculadamente colocados a uno y otro lado de la «grieta».

Si el Gobernador de Salta es, como se le supone, un hombre coherente, debería salir a la palestra para desalentar esta práctica, con la misma vehemencia y convicción con las que en su día se opuso a las dobles candidaturas.

Ahora que si no lo hace, no va a quedar más remedio que pensar que él también tiene miedo a perder y que el cálculo político es más importante que las convicciones morales.