Urtubey resiste en Madrid y desmiente haber entrado ilegalmente a Salta o estar enfermo

  • El exgobernador de la Provincia de Salta, en silencio de radio desde que en la última semana de febrero pasado se vio obligado a regresar a su ciudad natal a causa de un preocupante pico de impopularidad relacionado con la llamada ‘crisis de Loyola’ ha desmentido dos noticias falsas que circulan en las redes sociales.
  • Solos frente al peligro

A través de su perfil de Facebook, Juan Manuel Urtubey ha negado categóricamente que él y su mujer se hubieran trasladado de España a Salta e ingresado de forma irregular al territorio nacional («a unas fincas de Anta»). También ha negado el exmandatario estar enfermo de coronavirus e internado en una clínica privada de la ciudad de Salta.


En su desmentida, Urtubey afirma: «Es falso, estoy junto a mi mujer y mi hija menor, cursando el décimo día de cuarentena obligatoria en Madrid, ciudad que está recibiendo toda la furia el virus».



De su tranquilizador post, destacan por sobre todo dos cosas importantes:

La primera, la sobriedad de la redacción, que, a diferencia de otras publicaciones, parece ser, esta vez, propia de la pluma de Urtubey.

La segunda, la preocupación personal y sincera por el efecto que la mentira puede tener, no tanto en el honor, la intimidad y la propia imagen del directamente perjudicado por ella, sino sobre el conjunto de la población, en el contexto de la gravísima situación sanitaria que mantiene a todo el mundo en vilo.

Madrid, Madrid, Madrid...

La capital de España es hoy el hogar, probablemente impensado, de la familia Urtubey-Macedo. En una situación como esta, que muchos utilizan como herramienta para destruir la honorabilidad ajena y efectuar comentarios superficiales y malintencionados, la caballerosidad impone dejar de lado las diferencias políticas.

Podemos asegurar, sin el más mínimo atisbo de duda, que el exgobernador Urtubey y su familia no están, en estos momentos precisamente, disfrutando de un «exilio dorado», como muchos piensan, sino sufriendo al lado de cada madrileño y de cada madrileña, porque aquí nadie la está pasando bien.

Probablemente lo que haya que reconocerle a Urtubey es su valiente decisión de permanecer en una de las capitales más castigadas por la enfermedad en todo el mundo y de no salir desesperadamente a buscar su repatriación, en unas condiciones francamente humillantes.

Es de esperar no solamente que el Gobernador, su esposa y su hija pequeña atraviesen este desierto sin que su salud se vea afectada, sino también que el hombre que malgobernó a Salta durante 12 años seguidos aprenda en un mes cómo hacen los países serios para resolver sus problemas.

Hoy Madrid es una olla hirviente de virus, los enfermos comienzan a poblar el improvisado hospital de Ifema, los muertos se multiplican entre la población de mayor edad, sus cadáveres van a ser temporalmente almacenados en el Palacio de Hielo a raíz de la saturación de las funerarias. La cooperación china con material sanitario está llegando con cuenta gotas, el personal sanitario aumenta por horas el número de contagios entre sus filas, y todo ello, cuando la economía comienza a dar señales de un serio deterioro.

Treinta días de Estado de Alarma en Madrid le van a enseñar a Urtubey lo que no ha aprendido en toda una vida, lo que necesitaba saber cuando gobernó Salta y lo que ni Salamanca ni Cambridge podrán darle jamás. Ojalá que este master no planificado no caiga en saco roto, y así como después, cuando escampe y el virus haya sido derrotado, asome en el horizonte una nueva sociedad, tengamos a un nuevo Urtubey, pues aunque ya no lo necesitamos a él, él siempre seguirá necesitándose a sí mismo.

Madrid puede obrar el prodigio.