
Durante la entrevista, Urtubey ha negado sus propias afirmaciones en tal sentido, como lo hizo anteriormente con delicados asuntos políticos, como por ejemplo el aborto.
El pasado día 29 de noviembre de 2019, durante la celebración del congreso del Partido Justicialista de Salta en la ciudad de San Antonio de los Cobres, Urtubey dijo: “Estoy invitado por una universidad de España para dar clases en el primer cuatrimestre del año que viene, así que probablemente desde enero hasta abril esté trabajando afuera, y después vuelvo acá, pero sin cargos públicos” (Gracias a La Gaceta Salta).
Esta versión sobre su viaje a España y la instalación del exmandatario y su familia en la ciudad de Sevilla se mantuvo hasta el pasado martes 18 de febrero, fecha en que estalló en las redes sociales una virulenta reacción de internautas a la confirmación de la universidad confesional andaluza, que Urtubey no fue ni invitado, ni será profesor ni impartirá clases en ese centro de estudios.
Urtubey dice haber regresado a la Argentina, pero su regreso -de haberse efectivamente producido- no estaba en sus planes. Al contrario, sus declaraciones anteriores, que no fueron desmentidas en ningún momento, sugerían que su estancia en Sevilla iba a abarcar «el primer cuatrimestre del año que viene» (desde enero hasta abril, según sus propias palabras).
En declaraciones efectuadas hoy a la emisora FM Aries de la ciudad de Salta, Urtubey se vuelve a desmentir a sí mismo, como ya lo hiciera en una infinidad de temas importantes, y dice ahora que lo invitaron a Sevilla «por la experiencia que tenemos en Salta». Y añade: «De hecho me han distinguido como miembro honorario de la Universidad Loyola, producto de la tarea de mediación que hicimos acá».
Dejando a un lado el hecho de que Urtubey carece de cualquier experiencia profesional en materia de mediación, lo cierto es que el exgobernador salteño no es «miembro» de la Universidad andaluza (por cuanto sus máximas autoridades lo han negado, no una sino varias veces) y sí lo es -a título honorífico- del FIMEP, una entidad menor emparentada con la Universidad Loyola de Andalucía, mas no confundida con ella.
Y lo más importante de todo: Urtubey ha mentido y no le ha quedado otra salida que reconocer que lo ha hecho. El que diga que se ríe de la polémica que se ha producido por su mentira lo desmiente el hecho de que sus sicarios en las redes sociales han salido alborotadamente a publicar un documento (a la postre, falso o inexacto) que sólo él pudo haberles facilitado.
Málaga está en la zona de Sevilla y Cambridge está en Londres
A Urtubey le han vuelto a pasar factura sus precarios conocimientos de geografía, como ya lo hicieron cuando por televisión afirmó que el rally Dakar se veía en las pantallas de «más de 500 países del mundo».Durante la entrevista de hoy, el exmandatario salteño afirma sin ningún tipo de rubor que el IIIº Foro Mundial de Mediación «se va a hacer el mes que viene en Málaga, en Andalucía... bueno, en la zona de Sevilla».
Acostumbrado a robarle a la Provincia de Jujuy fotos de la Quebrada de Humahuaca y el cerro de Purmamarca para insertarlas en afiches de promoción turística como si fueran de Salta, Urtubey ha colocado de un plumazo a Málaga en «la zona de Sevilla», para encanto del millón seiscientos mil malagueños que no quieren saber nada de que los confundan con sus vecinos sevillanos.
Las dos capitales andaluzas, situadas en provincias diferentes, distan entre sí un poco más de 200 kilómetros; el doble de los que separan a Salta de Jujuy.
Otro tanto sucede con la afirmación de la «invitación que tengo en Cambridge, en Londres», ya que -aunque hay varios Cambridges en el Reino Unido- la antigua ciudad que sirve de sede a la prestigiosa universidad está ubicada a 106 kilómetros de la capital de la isla.
Con este nivel de geografía, no extraña ya que Urtubey confunda a Santa Victoria Este con Coronel Cornejo, o a Colonia Santa Rosa con Pichanal. Los gruesos errores de «abordaje territorial» de su gobierno parecen principiar en una deficiente utilización de Google Earth.
¿Qué dirán los miles de argentinos que trabajan en Europa sin ser españoles ni comunitarios?
Para trabajar en España, o en cualquier país de la Unión Europea o del llamado Espacio Económico Europeo no se requiere, como condición sine qua non, que el trabajador ostente la nacionalidad de uno de los países del continente. Se requiere, en todo caso, que quien aspira a trabajar aquí cumpla con las normas de entrada y permanencia en el territorio de los estados miembros y sus empleadores observen la legislación laboral vigente.A fecha de 1 de enero de 2018, 22,3 millones de personas (4,4 %) de los 512,4 millones de personas que vivían en la Unión Europea no eran ciudadanos comunitarios. Según Urtubey, este número debería ser cero.
Solo en España, de los 46 millones de personas que allí residen, el 7,68% son extranjeros (unos 3,5 millones). De ellos, al menos unos 80.000 son argentinos que permanecen censados como argentinos. Muchos de los que consiguen una autorización administrativa de residencia obtienen la nacionalidad española después de transcurridos dos años de residencia legal, un plazo abreviado que beneficia también a los nacidos en otros países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal o personas de origen sefardí.
Persona sin responsabilidad pública
Durante la entrevista en Aries, Urtubey ha insistido en lo «absurdo» de la polémica por sus movimientos en Europa, basándose en el argumento de que él es una persona que «no tiene ninguna función pública».Pero no solo «función pública» es lo que le falta a Urtubey, también le falta una importante dosis de vergüenza.
Lo que es verdaderamente «absurdo» o «desopilante» (habría que imaginarse a Urtubey orinándose de la risa frente al pelotón de fusilamiento de Twitter) es pensar que el agotamiento de un mandato de 12 años le vacuna contra el escrutinio público.
Al contrario, un gobernante responsable es aquel que está siempre expuesto a la crítica y a la evaluación de sus conciudadanos, así haya terminado su mandato hace 20 años. Quien acaba de dejar el poder, lo mejor que puede hacer es pensar que una larga sombra lo persigue y lo perseguirá por doquiera que vaya. Sobre todo cuando el abandono del poder se hace sobre la premisa de un «a mí ya no me jodan», indigno y antidemocrático a la vez.