El incierto futuro de Lucas Godoy

  • Por estos días, los salteños aprietan con fuerza los dientes y los párpados en un esfuerzo supremo para exprimirse el cerebro y descubrirle alguna cualidad a Lucas Godoy, un hombre que lleva años en los segundos y terceros planos de la política provincial, pero que nunca ha demostrado ningún talento especial para una actividad que, al parecer, le viene en la sangre.

El principal problema de Lucas Godoy, el que a menudo lo desvela y lo trae de cabeza ahora mismo, no es la pervivencia del idioma wichi sino la inmunidad parlamentaria; o, mejor dicho, su conservación a todo trance. Mientras más tiempo dure este privilegio, más y mejor protegido estará el diputado contra cualquier contingencia más o menos inesperada.


Mirando el panorama y, sobre todo, a la vista del resultado de las últimas elecciones provinciales, Lucas Godoy lo tiene francamente difícil para revalidar su ya antiguo diploma de diputado provincial (nunca tan antiguo como el de su padre, todo hay que decirlo). De modo que su deseo de alcanzar la inmunidad perpetua solo se puede hacer realidad si se dan una combinaciones políticas bastante complejas.

Como buen gambler que es, el diputado ha elegido candidatearse para el Congreso Nacional junto a Leavy y David, una dupla bastante extraña -digna de un play de Neil Simon- que sin embargo aspira a convertirse en el faro de un sector permanentemente insatisfecho de la izquierda provincial. Bien es verdad que la presencia de Godoy hijo en las listas y la del sindicalista Guaymás -ambas desconcertantes- ha impedido que Leavy y David puedan conformar un frente homogéneo capaz de recoger a todos los heridos y desheredados del urtubeysmo y de la derecha clientelar de Salta.

Pero igual, con un frente a mitad de camino entre la izquierda y la nada, que tiene como único elemento vertebrador la común repulsión que a sus integrantes provoca la figura del presidente Macri, Godoy ha hecho la apuesta de su vida. El problema es que si no lo consigue, probablemente ya sea un poco tarde para pedirle a Urtubey -su sagrado protector- que lo nombre juez, pues pocos cargos de este rango ya quedan disponibles.

Como Leavy y David han elegido la misma estrategia de Sáenz, es decir la de «suma, suma sin mirar a quien», Godoy hijo ha aprovechado para deslizar su candidatura por debajo de la puerta, aunque en realidad su figura no pega mucho ni con los Fernández ni con el kirchnerismo y más bien aparece unida a la candidatura de Urtubey. ¿Qué podría ser de Godoy en el futuro si, como se comenta, después de las próximas elecciones, un reelecto Macri incorpora a Urtubey a su gobierno? Nadie lo sabe.

El discurso de Godoy contra Macri es tan innecesariamente agresivo que ya mismo amenaza con dejarlo sin protección en el caso de que Macri consiga revalidar sus pergaminos en las elecciones. Si, por el contrario, el triunfo cae del lado de los Fernández, Godoy dejará oculto en el armario su amor platónico por Urtubey y se disfrazará del kirchnerista de la primera hora que nunca fue, aunque tenga que tragarse sus contundentes juicios sobre la situación política y social de Venezuela. Cualquier cosa antes de que un juez o un periodista extranjero nos moleste con requerimientos o insinuaciones indecorosas. Si algo llevan los Godoy en la sangre esto es la flexibilidad ideológica, unida a una capacidad bastante bien desarrollada de colocarse en el lugar en donde el sol más calienta. Y si no, que se lo pregunten a los sucesivamente traicionados Romero, Wayar y Urtubey.

Pero para hacer todo esto, o parte de ello, hacen falta unas ciertas cualidades que el diputado Godoy no ha demostrado poseer durante todo el tiempo -ya largo- que viene dedicándole exclusivamente a la política, actividad de la que por cierto come, y bastante bien, según se comenta.

Parece haber llegado para él la hora de dar un salto hacia adelante y no parece que el candidato las tenga todas consigo para poder hacerlo y salir de una vez de la pegajosa sombra protectora del paraguas de su padre. A estas alturas puede decirse ya que la inusual longevidad política de Godoy padre es el principal enemigo del futuro político de su hijo. Porque si Godoy hijo consigue hacerse elegir diputado nacional, nada hace pensar que su desempeño en el Congreso será más autonómo y menos tutelado que el de la hija de Miguel Isa, sorprendentemente elegida diputada nacional hace algunos años, y hoy condenada al olvido dentro del propio peronismo, aunque felizmente -para ella- dedicada en cuerpo y alma a su familia.

Pero entre los Isa y los Godoy han habido y seguirán habiendo diferencias sustanciales, pues hasta donde se puede saber, ninguno de los vástagos del exintendente municipal de la ciudad de Salta tiene urgencias vitales en materia de inmunidad.

Hay algo, sin embargo, que hace a Godoy único en su especie y es preciso reconocerlo. Esto es que mientras casi todos los que competirán con él para ser diputados nacionales por Salta se ofrecen como «embajadores plenipotenciarios» de algún líder decadente o de un territorio marginado, Godoy siempre será un punto de la familia Godoy. Es decir, será él mismo, aunque sus lealtades sigan variando como la aguja enloquecida de una brújula confundida por un imán.

Y esto, aunque no se crea, es un detalle que habrá que tener en cuenta.