La cumbre Urtubey-Tinelli: cuando la política desciende a los dominios de la payasada

  • A finales de enero de 2016 se pudieron ver las primeras manifestaciones de lo que luego se iba a confirmar como la frivolización de Juan Manuel Urtubey.
  • La cabra al monte tira

Enamorado de su propia estampa hasta los límites del delirio y convencido por un puñado de entusiastas (igualmente delirantes) de que había sido llamado por el Altísimo a ocupar las responsabilidades más altas de la República, Urtubey se lanzó como un halcón al mundo del espectáculo, convirtiéndose él mismo en una atracción de feria itinerante, con oropeles y adornos que incluyen una nueva y famosa esposa.


Según sostienen algunos especialistas, los réditos demoscópicos de su matrimonio con una conocida actriz de reparto de la pantalla chica argentina, que mostraban una línea ascendente hasta comienzos de octubre de 2018, han detenido su crecimiento y comenzado un progresivo descenso.

En otras palabras, que la sociedad mediática Urtubey-Macedo ha dejado de producir votos, y la presencia de la pareja, sea en lugares físicos o en redes sociales, ahora mismo provoca más rechazo que simpatía.

Pero como el hombre le ha tomado el gusto a los focos y a esos micrófonos inalámbricos de color carne que atraviesan la mejilla como la cicatriz de una puñalada trapera en una refriega de mostrador, a pesar de que el matrimonio artístico ha dejado de ayudarle en la política, no renuncia al «ambiente» y sigue convencido de que, si lo conquista, sus resultados electorales serán más cuantiosos que si se deja estar y deja que la gente descubra que la Provincia de Salta es un auténtico desastre.

También ha tocado techo el discurso. Urtubey no es un filósofo y cada vez que se planta delante de las cámaras solo vuelve a transitar aquellos lugares comunes que lo pintan como un líder ligero de cascos y de alarmante superficialidad.

Por eso es que la solución que ha encontrado para este pequeño problema no ha sido refugiarse en la lectura de los clásicos, sino recurrir a ese gran filósofo de la Argentina más machista e impresentable que es el presentador de televisión Marcelo Tinelli.

Las asombrosas coincidencias políticas y sociológicas entre ambos no sorprenden a nadie, puesto que Tinelli está considerado a nivel nacional como la persona que más daño le ha hecho a la imagen pública de las mujeres, a las que ha denigrado de una forma calculada y sistemática, en su propio beneficio. Urtubey, con otros recursos (digamos, que menos artísticos) ha hecho tres cuartos de lo mismo.

Era, por tanto, natural que convergieran y que se prestaran la ropa. Desde ayer, el candidato que ha visto cómo «la gaviota» que ha elegido para acompañarlo en su vuelo ya no le tracciona votos, ha elegido un partner masculino, hecho de una madera porosa, muy parecida a la suya.

Pero los políticos y los histriones pertenecen a dos universos diferentes, que siempre ha sido del interés de los segundos mantener separados. Aun cuando la inexperta Eva Duarte se casó con el coronel influyente, se rompieron sus lazos con el mundo del espectáculo. Unos lazos que Urtubey no desea romper, sino más bien fortalecer, a la luz de esta calculada convergencia con uno de los tantos payasos multimillonarios que ha parido la escena nacional.

Los problemas del país y los que afronta Salta en particular, necesitan, sin dudas, de gente un poco más seria y presentable para ser resueltos.