Tres años de prisión para un salaz maestro tocapechos de Cafayate

  • El servicio de prensa del Poder Judicial de Salta publica hoy la noticia de la condena pronunciada por la jueza señora Victoria Montoya Quiroga contra un docente de un colegio secundario de la ciudad salteña de Cafayate al que encontró culpable de un delito de abuso sexual simple agravado por la condición de enseñante.
  • Juicio penal en Salta

Lo llamativo de la noticia es que el despacho se refiere reiteradamente a «la niña», sin que en ningún momento se informe sobre la edad que la víctima tenía al momento de los hechos, ni la fecha aproximada en que estos se produjeron.


De los pocos datos contextuales que el despacho oficial de prensa ofrece surgen dos detalles que podrían indicar que la víctima no era ya «una niña» cuando fue agredida sexualmente por su profesor.

El primero de estos datos es que la agresión habría tenido lugar en un colegio secundario, al que normalmente se accede entre los 13 y los 14 años de edad. El segundo dato importante es que la víctima es, al día de la fecha, mayor de edad.

Si se tiene en cuenta que los juicios por este tipo de delito son resueltos en la primera instancia en un plazo promedio de 2 años, en el mejor de los casos, la menor de edad agredida podría haber tenido como mínimo unos 16 años al momento del hecho.

El relato del parte judicial comienza diciendo así:

“Me tocó”, dijo la alumna de una escuela de nivel secundario de Cafayate apenas volvió a su asiento después de haber pasado al frente para dar lección oral. Con esas dos palabras resumió lo que había sufrido cuando se paró al lado del escritorio del docente quien, aprovechando que estaba semicubierto por un portafolio, tocó a la niña en sus pechos por encima de la ropa.

Según el mismo relato, la niña se quedó llorando en el aula durante el recreo, que su agresor aprovechó para ir tomarse una relajante taza de café. Sin aportar ningún dato concreto, la información judicial -redactada con una muy evidente perspectiva de género- afirma que «la niña transitó todas las instancias de la revictimización», sin que se conozca con certeza cuáles son estas instancias.

La información judicial dice que la víctima tuvo que interponer una demanda de acción de amparo (lo que acredita su experiencia ante los estrados judiciales, a pesar de su corta edad) «para poder inscribirse fuera de término en otra institución educativa», al advertir que el docente responsable del delito (por cierto, aún no condenado) seguía dando clases en el mismo colegio en el que se produjo la agresión, «aunque asignado a otra materia como única medida precautoria adoptada por el Ministerio de Educación de la Provincia y por los directivos escolares».

Añade la información que «en ese periodo» (que no se precisa de ningún modo) «la niña fue objeto de ataques incluso por redes sociales y medios de comunicación locales que pusieron en duda el relato de la víctima».

El juicio contra el maestro agresor ha concluido hoy. Durante su desarrollo, el acusado admitió los hechos que motivaron su enjuiciamiento y se mostró arrepentido por el daño psicológico causado, que tampoco ha sido precisado en la información oficial.

El agresor no ingresará en prisión, pero la señora Montoya Quiroga ha notificado la sentencia al Ministerio de Educación del gobierno provincial y ha recomendado al ministro Cánepa «la urgente capacitación de los directivos de la escuela 5096 en el tratamiento de víctimas de delitos contra la integridad sexual y violencia de género», dando a entender que ni el colegio ni el ministerio tienen la más pálida idea de cómo lidiar con este tipo de asuntos, sobre todo con aquellos que solo se sostienen en las declaraciones de las víctimas.