
Las juezas de la Segunda Sala de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la ciudad de Salta, señoras Verónica Gómez Naar y Hebe Samsón han efectuado un vibrante «llamado a la reflexión» a los letrados de un individuo que perdió el juicio que había entablado contra un banco por un quítame allá ese extracto de la tarjeta de crédito.
La información judicial no es precisa ni abundante en relación con este extraño pedido del tribunal, pero dice que tanto Gómez Naar como Samsón, al consultar el expediente, advirtieron que la sentencia de primera instancia aparecía adornada por «subrayados, marcas y trazos», que afeaban también a otros escritos importantes del expediente.
Al parecer, estas licencias artísticas se tomaron los letrados del individuo insatisfecho con la liquidación de la deuda practicada por su banco, aunque como en Salta los expedientes se prestan y se devuelven como si fueran destornilladores, es difícil saber cuál ha sido la mano traviesa que ha dibujado los doodles en los autos.
Tan curioso como lo anterior es que las dos magistradas hayan dicho que los «subrayados, marcas y trazos» constituyan una “falta grave de seriedad y respeto hacia el Tribunal”. Quizá entre los dibujitos se haya colado alguno un poco subido de tono o alguna frase ofensiva hacia el juzgador de instancia, porque de otro modo, el subrayado de una sentencia no puede ser considerado falta grave, y menos una transgresión a las normas de la ética profesional y la ley que regula en Salta el ejercicio de las profesiones de abogado y procurador.
El caso es que los letrados reconvenidos por las juezas están ya sobre aviso de que no deben hacer marcas ni anotaciones en el expediente, situación que se podría evitar -parcialmente- si el juez Vittar consigue poner en marcha el faraónico proyecto del data center, que acabaría con el préstamo manual de las actuaciones y el manoseo documental.