
Juan Manuel Urtubey ha apelado a la retórica light de las frases grandilocuentes como recurso para evitar dar detalles de los principales puntos oscuros de su gestión.
«Conocer lo que falta me obliga, me compromete y me da fuerzas para seguir dando batalla sin tregua a lo que aqueja a nuestro pueblo», ha dicho, por ejemplo, el Gobernador.
El discurso no abundó en detalles sobre aquello que aqueja a nuestro pueblo, limitándose el mandatario a mencionar, sin profundizar, la seguridad, el desempleo y la vivienda. El Gobernador no avanzó una sola solución concreta para estos problemas.
«No corresponde hacerlo, pues estamos en pleno proceso electoral», dijo Urtubey.
En el capítulo de logros, el mandatario mencionó la entrega de viviendas, que, según sus datos, aumentó un 46% más. «Se están construyendo 4.075 casas y 1.489 soluciones habitacionales», dijo Urtubey, quien en ningún momento mencionó la necesidad de sancionar una ley para regular el acceso de los ciudadanos necesitados al derecho a la vivienda, y para que no sea el gobierno el que, en base a criterios discrecionales, señale a quienes accederán a estas prestaciones.
El mandatario también sacó pecho por el llamativo incremento cuantitativo de la fuerza policial y volvió a calificar a la seguridad como «un servicio», a la misma altura de la telefonía celular. Urtubey confirmó que actualmente hay en Salta 11 mil policías (cinco mil efectivos más que hace siete años), 850 móviles (motos y patrulleros) y más de 724 cámaras de seguridad en lugares estratégicos. El Gobernador no explicó por qué motivo, a pesar de semejante despliegue de medios y recursos, la seguridad sigue siendo una asignatura pendiente de su gobierno.
En otro pasaje desafortunado de su discurso, el mandatario habló del empeño del gobierno por generar «empleo genuino», tal como si el gobierno contemplara la existencia de otro empleo no genuino. Urtubey dijo que su gobierno apoya al sector productivo de bienes y servicios con créditos, subsidios de tasas, leyes de fomento, asistencia a pequeños productores, creación de empresas sociales, fortalecimiento de cadenas de valor, capacitación, inversión en infraestructura.
El Gobernador omitió dar cifras concretas que permitan apreciar el impacto de sus políticas de empleo sobre el mercado de trabajo.
En el capítulo político, el Gobernador destacó la «calidad democrática» de Salta, aludiendo una vez más al voto electrónico como único elemento demostrativo de tal calidad.
Urtubey no esquivó el toro la desnutrición y defendió su gestión diciendo «que el hambre no comenzó en 2007. Por el contrario, ahí comenzó la lucha en serio y a fondo. No se hablaba de hambre en Salta, simplemente se moría de hambre». El mandatario reconoció no obstante que las muertes por desnutrición «lo desvelan» y que el trabajo continúa porque «empezamos desde muy atrás».
Hubo también un espacio para el transporte gratuito para niños, estudiantes y jubilados, la entrega de libros y útiles, becas y ayudas para el estudio, los que el Gobernador -sin una ley formal que así lo establezca- calificó de «derechos».
En el capítulo de obras, el Gobernador defendió los «kilómetros de caños bajo tierra», los tendidos de luz, las escuelas, hospitales, caminos, terminales y parques.
Al finalizar y cuando las circunstancias aconsejaban una autocrítica puntual y pormenorizada, el Gobernador se defendió hablando de su «compromiso con los salteños» (una frase muy en boga) y se definió como «un hombre común», que sabe que su responsabilidad lo obliga a cambiar lo que se ha hecho mal y profundizar lo que se ha hecho bien.