La reacción en contra de esta representación iconográfica del máximo héroe del localismo fue inmediata. Güemesianos y no güemesianos se pusieron de acuerdo para repudiar no solo la pintura sino también la -a su juicio- osada decisión de exhibirla en un espacio público.
Sin embargo, todavía nadie parece haber reaccionado al pésimo gusto del director del Registro Civil de Salta, señor Matías Assennato, que ha decidido honrar -bien es cierto que a su manera- al expresidente Raúl Alfonsín colgando de las paredes de su despacho un retrato que le hace al fallecido líder radical aún menos favor que el cuadro de Güemes montado sobre un unicornio.
Para mayor gravedad, el cuadro de Alfonsín se encuentra junto a un retrato oficial (sin ponys ni florcitas en la barba) del citado General Güemes, lo que conduce a preguntarse por qué el héroe gaucho tiene en las oficinas del Registro Civil de Salta un retrato respetuoso y Alfonsín en cambio tiene una caricatura mal hecha.
En verdad, el cuadro en cuestión muestra al expresidente como si acabara de salir de la carpa La Cerrillana en pleno Miércoles de Ceniza, con parte de su rostro pintado de blanco y otras partes salpicadas sin ton ni son como si al artista se le hubiese descontrolado el pomo de témpera verde. Todo ello, sin contar con que la banda presidencial parece reproducir más la bandera de El Salvador que los colores de la enseña que Belgrano nos legó.
El retrato presidencial de Assennato no insulta a Alfonsín sino al buen gusto democrático y, por decoro, debería ser retirado de la oficina que este señor ocupa, antes de que el señor Assennato deje su cargo, fecha que felizmente parece cada vez más cercana.