El azote de las prostitutas de Salta reivindica el origen divino de su autoridad

El saliente Jefe de la Policía de Salta, comisario Marcelo Lami, sorprendió a la parroquia con un discurso de despedida en el que invocó repetidamente a Dios y se consideró a si mismo como elegido del Creador para desempeñar el cargo.

Confirmando que en su lucha contra la prostitución la Policía tenía otras motivaciones que no eran estrictamente jurídicas, y que los salmos y mensajes religiosos que encabezaban el orden del día policial eran una consigna de la jefatura y no un mero arrebato místico del capellán, Lami salió del armario y se reconoció un soldado de Dios, cuando todo el mundo lo creía un servidor público.

Según la emisora de radio FM Capital de Salta, Lami «modificó la formalidad de entrega de mando y le dio una protocolaridad algo más religiosa».

Tal protocolaridad consistió en una serie de consejos a su sucesor, entre los que se destaca una invocación a Dios como «fuente de toda autoridad» (Urtubey debió de bramar ante el insólito desplante de su subordinado) y la «sabiduría basada en la doctrina bíblica y la enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo».

A medida que el discurso de Lami avanzaba, entre los policías que lo escuchaban crecía la sensación de que el Papa Francisco, al lado del jefe saliente, es una especie de aprendiz de monaguillo que no tiene las cosas muy claras.

Con estos argumentos tan espiritualmente elevados se entiende que la Constitución y los tratados internacionales sobre Derechos Humanos no tengan (ni hayan tenido) la menor importancia para el apasionado comisario.

En otro de los consejos, Lami exhorta a su sucesor a servir a Dios con el corazón perfecto (nada de soplos ni extrasístoles) y con ánimo generoso, «porque Dios escudriña los corazones de todos y entiende todo intento de los pensamientos».

En un pasaje con el que pretendió congraciarse con el Gobernador y atribuirle una legitimidad de derecho divino, Lami dijo al comisario Silvestre: «Hoy Dios te eligió a través de la sabiduría de nuestro Gobernador». Con lo que queda más o menos claro que no son los votos ciudadanos sino la omnipotencia de Dios la que mantiene a Urtubey en el cargo.

Después de una serie de consejos y mandamientos que harían enrojecer de ardor místico al propio Arzobispo de Salta, Lami finalizó su discurso con un sonoro «Dios te bendiga, Mauricio».

Se refería al comisario Mauricio Silvestre y no al Presidente de la Nación, como algunos agentes de baja graduación creyeron. Aunque después los mismos agentes ataron cabos (12 cabos y 3 sargentos) y se dieron cuenta que al exhortar Lami al nuevo jefe a «apartar los pies del mal» y no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda, lo que quiso decir es «Mauricio, sé peronista y no metas la pata ni las manos en la lata».

Finzalizado el acto, se comenta que Lami recibió una llamada de un alto responsable de la curia metropolitana que le habría ofrecido un cargo en el cuadro de mandos de la Iglesia local.