
Lo que pocos querían que sucediese al final ha sucedido. La polarización cada vez más intensa de las elecciones nacionales ha desencajado las piezas en el tablero político provincial, hasta el punto que a menos de 24 horas de que se conocieran los resultados de las primarias, ya muchos daban por resuelta y finiquitada la competencia para el cargo de Gobernador de Salta.
Es verdad que falta poco tiempo para que los partidos y las coaliciones previamente registradas decidan las candidaturas para las próximas elecciones provinciales, pero no es menos cierto que los -hasta aquí- principales candidatos a Gobernador se han cuidado bastante bien de enseñar sus cartas en lo que se refiere a sus posibles acompañantes en el cartel electoral.
En un principio se hablaba de que Gustavo Sáenz, el Intendente Municipal de Salta que aspira a convertirse en Gobernador, buscaba compensar su debilidad electoral fuera de la capital de la Provincia mediante la designación de un compañero de fórmula que arrastrara votos en importantes ciudades del norte y del sur de la Provincia, pero al final, Sáenz ha visto que le sería mucho más rentable asociar su nombre al de un kirchnerista y por esa razón ha elegido al incombustible Antonio Oscar Marocco, conocido desde su rubicunda infancia como el Gringo, que viene dando palos de ciego en la política local, más o menos desde mediados de los años sesenta, lo cual por cierto no es poco decir.
Marocco fue sucesivamente miembro de Reconquista, alto punto de la lista Unidad Peronista que a mediados de los años 80 lideró Carlitos Caro, luego cantarerista, posteriormente ministro de Urtubey y ahora -al parecer- albertista, una trayectoria si acaso bastante más coherente y menos sinuosa que la de muchos que hoy se proclaman a sí mismos peronistas y que se reparten, casi a partes iguales, en los frentes de Sáenz, Olmedo y Leavy.
El elegido por Sáenz es cualquier cosa menos un político improvisado. Al contrario, tiene experiencia y podrá aportarle a Sáenz lo que ahora mismo no están aportando algunos conspicuos miembros de su estado mayor, algunos ya fatigados por una gestión municipal que exige una alta exposición y provoca un acelerado desgaste.
Maroco -como Sáenz- no es un reformador, pero por lo menos es un politico de cuna, nacido en el seno de una familia numerosa, que tanto ha iluminado como oscurecido al peronismo local, pero que siempre se ha movido en sus difusos confines. Decir otra cosa sería mentir.
La audaz apuesta de Sáenz parece haber lanzado un guante a la cara de Sergio Leavy, quien para demostrar tanto su inexperiencia política como su sintonía personal con Urtubey, parece haberse decantado por Emiliano Estrada como su candidato a Vicegobernador.
Esta posibilidad ha ido cobrando fuerza en la misma medida que un grupo bastante numeroso de intendentes municipales le reclama a Leavy que uno de los suyos se candidatee para ese inútil cargo.
Puestos a comparar, Marocco es Kennedy al lado del titubeante Estrada, quien solo ha mostrado la virtud de la obsecuencia, ya que como Ministro de Economía ha sido sin dudas uno de los más deficientes que ha conocido Salta en los últimos ochenta años. La sola experiencia parlamentaria del Gringo Marocco es credencial suficiente para dejar a Estrada a la altura de un principiante.
Pocas horas faltan para se conozcan las listas y los candidatos a las elecciones provinciales. El caprichoso calendario electoral ha querido que esta fase procesal se clausure a poco de que se haya producido en el país una hecatombe como consecuencia de unas elecciones poco decisivas y muy mal explicadas.
En estas discutibles condiciones, Salta puede pagar un precio muy alto, de una forma inmerecida.