Evo la pisa, la esconde y le llena la canasta a Urtubey

Como era de esperar, teniendo en cuenta la calidad y la carga ideológica de ambos auditorios, el presidente de Bolivia arrancó más ovaciones en las tribunas del estadio Delmi que en las butacas del anfiteatro G400 de la Universidad Nacional de Salta.

A Evo Morales solo le hacía falta un Doctorado Honoris Causa, como el que le concedió la UNSa, para dictar cátedra, pero no en los claustros, sino sobre un rectángulo de juego.

La exhibición que el presidente boliviano brindó el pasado jueves por la tarde en el Delmi fue soberbia: toque, control orientado, gambeta, remate y gol.

Tan vertiginoso y preciso fue el juego de Evo Morales y su equipo en el partido de fútbol que disputaron contra el seleccionado del gobierno de Salta, que el capitán de este último -Juan Manuel Urtubey- vio varias veces durante el encuentro cómo el presidente del vecino país pasaba a su lado como «ómnibus lleno», dejándolo desairado y con la cintura quebrada.

Es cierto que Urtubey no tuvo su mejor tarde. Se lo vio lento de reflejos, con poca propensión a recuperar la pelota y, sin dudas, con una nula voluntad de sacrificio. Solo se rescata la primera jugada del partido, en la que le atravesó malamente la pierna al ilustre mandatario visitante, pero sin dudas con la intención de hacer lo mejor para la Provincia de Salta.

El resultado final recompensó el esfuerzo de uno y de otro: 8 goles para el equipo de Morales contra solo 1 del de Urtubey.

A pesar de que los dos mandatarios se colocaron el dorsal número 10 (el de Pelé, Maradona, Zidane y Messi), el único diez sobre la cancha fue Evo, ya que el Gobernador de Salta se durmió una prolongada siesta y obligó a que echaran los bofes los ministros Carlos Parodi, Roberto Dib Ashur, Mariano Ovejero, Eduardo Sylvester y Baltasar Saravia.

Solo este último estuvo a la altura del envite, pues no solo exhibió una buena forma física sino también un respetable control del balón y mejor visión del juego.

Otro que tampoco tuvo su tarde fue el Ministro de Gobierno, Eduardo Sylvester, protagonista de una peligrosa jugada en la que expuso su humanidad. Ocurrió pocos minutos antes de finalizar el partido, cuando Sylvester -con el 9 en su espalda- recibió una pelota en el flanco derecho del ataque salteño. El funcionario intentó controlar el balón, pero se escurrió sobre el parquet y cayó antarca, impactando de pleno con sus posaderas sobre el suelo.

Evo Morales, autor de un «hat trick», se llevó la pelota a su casa. Urtubey y sus ministros tuvieron que alquilar un camión de Agrotécnica Fueguina para llevarse a casa los ocho goles contrarios y la vergüenza, ya que en una furgoneta normal no cabían.

¡Todo sea por la inclusión!, dijeron. Y por no dejar de incluir a nadie es que el arco salteño se hinchó de goles bolivianos y Evo nos llenó la cara de dedos.