
El cerrojo ideado por Carlos Queiroz, en el entrenador portugués de la selección persa, pareció neutralizar el juego argentino pero la realidad es que el combinado de Sabella se acercó con mucho peligro durante varias fases del encuentro.
Solo el acierto del arquero Alireza Haghighi impidió que la Argentina tomara ventaja en el marcador por varios goles.
Con los dos puntas argentinos absorbidos por la populosa marca rival, las esperanzas estaban puestas en Lionel Messi, quien, fiel a su costumbre, se mostró apático durante casi todo el partido, aunque condujo silenciosamente a los suyos al área rival.
El astro rosarino disparó pocas veces al arco, dos de ellas de tiro libre directo, sin acierto.
Pero cuando el partido expiraba -en el minuto 90 + 1- y todo indicaba que Irán se alzaría con un valioso punto como premio a su riguroso orden defensivo, apareció el pequeño delantero de Rosario para clavar un potente zurdazo desde el borde del área, que dejó sin ninguna chance a quien, hasta ese momento, era la figura del partido: el arquero Haghighi.
Otra genialidad del mejor jugador de la historia, que suma una conquista más camino hacia su marca de máximo goleador con el equipo nacional, colocan a la Argentina en octavos de final. Los resultados de la última jornada de la fase de grupos decidirán si la Selección pasa como primera o segunda de su grupo, aunque si Nigeria y Bosnia empatan en el partido que disputarán a las 19, el equipo nacional se habrá asegurado el primer lugar.