
Para mí correr forma parte del campo de los placeres y no de las obligaciones, así que si hago el esfuerzo de ir durante el año y lo combino con jornadas laborales y compromisos, en vacaciones más que nunca elijo hacerlo, dice a Télam Florencia Zimmerman, de 30 años, corredora desde hace cuatro.
Aunque aclara que se trata de un 'trote turístico más lúdico, recreativo, exploratorio' para despejar la cabeza y no perder el ritmo.
Así, sin planes de entrenamiento estrictos, con días y distancias flexibles -sin otro propósito que correr- de un tiempo a esta parte los runners se convirtieron en personajes habituales del paisaje de los destinos turísticos.
Juan Grillo tiene 56 años, es martillero público, corre desde hace 20 y dice que 'durante las vacaciones merma un poco el entrenamiento, pero no mucho'. 'Mínimo -detalla- trato hacer entre 6 y 10 kilómetros diarios, aunque entrenar puede ser también caminar'. 'La idea es tomarlo como una forma de vida, yo todos los días me tomo un vaso de agua, como, corro y eso es así para todos los que hacemos actividad física', indicó.