
La mandataria de facto de Myanmar y Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, ha condenado ayer martes la violencia contra la minoría musulmana y dicho estar dispuesta a posibilitar el regreso de los más de 420 mil desplazados.
Acorralada por la presión internacional y envuelta en una denuncia de limpieza étnica que la obligaron a suspender su participación en la Asamblea General de la ONU, la mandataria pronunció ayer un discurso en la capital Naipyidó ante diplomáticos, autoridades y periodistas, en el que nunca mencionó por su nombre a los rohingyas, a los que se refirió como musulmanes.
Aung San Suu Kyi aseguró estar dispuesta a posibilitar el regreso con condiciones de los más 420.000 desplazados que desde principios de agosto huyeron hacia Bangladesh, en su primer discurso público desde el inicio de la escalada de violencia contra la minoría musulmana.
El mensaje a la nación de la líder birmana se produjo en medio de cruces con diferentes organizaciones humanitarias que denuncian la violación de los derechos humanos durante el conflicto, y reclaman el acceso irrestricto a la zona fronteriza con Bangladesh, además de la suspensión de las acciones militares.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, acusó la semana pasada a Myanmar de llevar adelante una "limpieza étnica" contra los rohingyas.