
Sacralización del crimen
La brutal ejecución de periodistas y dibujantes de una publicación francesa por parte de un comando jihadista en París ingresó por esta última ventanilla, pero toca lateralmente la política local: los terroristas quisieron escarmentar a un periódico que se negó a admitir la autocensura promovida con amenazas de muerte; la libertad de expresión, tiroteada en la capital francesa, es tercamente hostigada en Argentina.El gobierno de la señora de Kirchner, que condenó el atentado, no estimó relevante, sin embargo, hablar de los valores que los atacantes quisieron castigar y las víctimas dieron la vida por defender.
El brutal ataque contra el semanario satírico Charlie Hebdo movilizó a la sociedad francesa y a buena parte de la opinión mundial. La mayoría de quienes se solidarizaron con sus humoristas jamás tuvieron en sus manos esa publicación y hasta es probable que un número cuantioso de quienes sí la conocían no compartiera su estilo provocador y a menudo grotesco. Ciertamente no es ese “contexto” ni el contenido del semanario lo que está en discusión, sino la decisión de silenciarlo, y de hacerlo, además, expeditivamente, por la vía del asesinato múltiple e invocando torcidamente el nombre de Dios.
Unión nacional y libertad
Así como al repudiar el crimen reafirmó los valores ligados a la libertad, la sociedad francesa procura cobijarse bajo la bandera de la unión nacional ante un ataque cuyo objetivo estratégico reside en profundizar la brecha entre franceses y tensar las relaciones entre la mayoría de la población y la extensa comunidad de franceses de religión islámica. El país parece comprender que la confrontación y la división interna son objetivos que busca el terrorismo y son pasaportes seguros a la vulnerabilidad y a la decadencia.La situación incluye desafíos para todos: Francia debe diferenciar con serena claridad a la inmensa mayoría de franceses musulmanes que quieren vivir en paz y gozar de sus derechos de ciudadanía, del terrorismo que se pretende brazo armado de Mahoma.
Aquellos, a su vez, necesitan encontrar la sintonía precisa en la que puede converger su doble condición de franceses e islámicos; la lógica de las cosas losempujará cada vez más a distanciarse con nitidez de quienes pretenden identificar la fe religiosa con la adhesión a una militancia criminal y suicida.
De París a Buenos Aires
Pese a que el dramatismo de estos dilemas parece distante de esta Argentina que vive las últimas vacaciones del ciclo kirchnerista, los temas de las libertades y las políticas inspiradas en la confrontación no nos son tan ajenosLos medios y la Justicia siguen siendo la principal preocupación política del gobierno, al punto que se desató desde las alturas una andanada de cuestionamientos a quien es el candidato más competitivo del oficialismo por el mero hecho de que éste –el gobernador Daniel Scioli- asistió por unos minutos a la inauguración de un espacio cultural del Grupo Clarín en Mar del Plata. Para el vértice kirchnerista ese comportamiento es incompatible con la pertenencia “al proyecto”. Mantener una relación civilizada con los medios independientes equivale a cruzar la línea que divide el territorio propio del campo enemigo. El mensaje está dirigido a alguien a quien, pese a todas las sospechas, se sige contabilizando como fuerza propia
Desde el entorno K se fogonean las operaciones tendientes a instalar antes de que sea tarde (y pensando en “el día después” del 10 de diciembre) jueces y fiscales de fidelidad garantizada, así como a impulsar a la propia tropa que ya está en funciones en Tribunales a que actúe contra los magistrados y fiscales desobedientes y contra las “corpo mediáticas”.
El resto del año seguramente estará signado por esa estrategia y por las maniobras de resistencia de los sectores amenazados
Pero el tiempo es corto
¿Tiene tiempo el gobierno para lograr alguno de sus objetivos en los meses de gestión que le quedan? Es dudoso. Pese a que aún sostiene la disciplina de sus bloques parlamentarios, lo que le permite obtener leyes vertiginosas, la estructura política del oficialismo pierde consistencia. Los dirigentes del sistema territorial y los gremios han sido empujados a un costado, en gran medida, por el batallón de paracaidistas del cristinismo puro. Está claro que este sector no tiene ganas de repartir los puestos de las futuras listas electorales, y esa pretensión lo disocia del peronismo territorial, que por el momento aguanta en silencio o simulando apoyo pero reserva sus fuerzas para el momento oportuno y resiste sordamente las maniobras camporistas de copamiento. “La Cámpora es tejido cartilaginoso, no tejido óseo”, sintetiza un médico y dirigente justicialista para explicar por qué la organización que lidera Máximo Kirchner no constituye una estructura suficiente para sostenerse.En su momento de mayor éxito el kirchnerismo fue la suma de caja más opinión pública: cooptaba sectores y controlaba la calle a través de los recursos. Toda la estrategia del “kirchnerismo” tuvo dos prioridades: la búsqueda del respaldo de la clase media de las grandes ciudades, que en la Argentina constituye el núcleo de la opinión pública y el control de la calle, como reconocimiento del axioma de que, en las condiciones de fragilidad institucional que caracterizan a la Argentina, quien controla la calle controla el poder.
Aquella estrategia dio resultado durante los primeros años de gobierno y empezó a agrietarse cuando la clase media urbana comenzó a alejarse del oficialismo. Siguió rompiéndose con el abandono de la política económica arcaica pero prudente que Kirchner heredó de Eduardo Duhalde. Ya en la etapa de fin de ciclo, las ilusiones hegemónicas solo sobreviven como ilusión de los más ilusos.
La línea de la retirada es aguantar bajo los jirones del viejo relato y tratar de manotear alguna palanca de futuras inmunidades, mientras el Palacio se esfuerza por evitar las fugas, identificar y neutralizar las actitudes autónomas, en las que indefectiblemente adivina conspiraciones, actuales o próximas.
Se trata de una historia repetida. Por ese motivo, seguramente, los medios y las audiencias prefieren entretenerse con otros asuntos.
La apelación a la unión nacional –convergencia de lo diverso- que Francia esgrime hoy para afrontar el desafío terrorista, es un recurso que la Argentina necesita para encarar sus propios retos: convivencia civilizada, fortalecimiento institucional, integración en el mundo, desarrollo económico y social, competitividad, educación digna de la sociedad del conocimiento.