
El oficialismo habilitó esa operación instrumentando su mínima y circunstancial mayoría en el Consejo de la Magistratura, pero la decisión de este organismo no supone que el nombramiento se ajuste a las normas, ya que, sin contar con el acuerdo del Senado que requiere la Constitución, Durán ocupará un cargo para el que había jueces disponibles (de hecho, uno de ellos fue desplazado para dejarle la silla libre) y para el que había, inclusive más de veinte secretarios de juzgados que habían acreditado mejores calificaciones que él en un reciente concurso.
El doctor Luis María Cabral, representante de los jueces en el Consejo de la Magistratura y hasta hace pocos días presidente de la Asociación de Magistrados, fue uno de los que votó en contra de la designación: fue un procedimiento “ilegal” y, además, Durán “no cumple con los requisitos” para quedar a cargo del juzgado electoral de la provincia. Agregó que la decisión transgrede también jurisprudencia reciente de la Corte Suprema, que en un fallo de 2007 (“caso Rosza”) estableció que no puede nombrarse a un juez, aunque sea uno suplente, sin participación del Poder ejecutivo y el Congreso.
Con esos argumentos en las alforjas, la oposición se unió, más allá de la natural competencia y las divergencias que mantienen en otras cuestiones, para mostrar que existe la base de acuerdos de convivencia y gobernabilidad, y uno de ellos es la defensa de la Constitución y de la independencia de la Justicia. Se opondrán a esta medida en el terreno político y también en el judicial: esperan que la Corte ratifique su jurisprudencia y determine la nulidad del nombramiento.
Inclusive en sectores peronista de la coalición oficialista se observó con inquietud la nueva ofensiva kirchnerista: el juzgado electoral bonaerense en manos facciosas es un peligro para los sectores que resisten al camporismo o compiten con ese sector. Obviamente, esos sectores no compartieron la foto de la oposición, pero simpatizan íntimamente con la idea de acotar la discrecionalidad judicial. Uno de los apoderados legales del Frente para la Victoria, el peronista Jorge Landau, recordó que la secretaría electoral del juzgado de la Provincia está ocupada por personal “con muchos años de experiencia” y que las decisiones que eventualmente adopte el juez a cargo, siempre pueden ser apeladas ante el tribunal de alzada, que no ha cambiado. Los argumentos parecen tener doble propósito: relativizar la alarma opositora y, simultáneamente, recordarle a Durán (que asumió el viernes) que trabaja dentro de límites precisos.
El oficialismo, en la etapa crepuscular de su gestión, no parece dispuesto a acatar límites que no le sean impuestos por la realidad. Y aún a estos, no resiste transgredirlos aunque sea por la vía narrativa.
Técnicas del relato
Ejemplo: el ministro de Economía, Axel Kicillof, se propuso cancelar anticipadamente 3.000 millones de dólares de la deuda que vence en 2015, canjeando esos bonos por otros que vencen dentro de diez años con la promesa de una suculenta renta de más de 8 por ciento. Pretendía encarar fortalecido su pulseada con los holdouts, demostrando que puede obtener financiamiento sin necesidad de resolver ese problema.Sólo obtuvo ofertas de trueque por 185 millones de dólares, un 2 por ciento de lo propuesto. El ministro lo consideró un éxito.Alguien podría haberle recordado aquella reflexión del rey Pirro cuando sus amigos lo felicitaron por su victoria sobre los romanos. Pirro les replicó: «Si tenemos otra victoria, estamos perdidos».
En su agudo libro Cómo perder una guerra y por qué, Shimon Tzabar señala que «los hombres de Estado deben tener cuidado para no fallar los objetivos declarados. La única manera de no errar al blanco es disparar primero y luego dibujar los círculos alrededor de la flecha». Quizás Kicillof y su equipo siguieron esa instrucción. Para ellos la magra cosecha fue «una señal de confianza» porque «muchos decidieron quedarse con los bonos» que vencen el año próximo. Eso indicaría, argumentaron, que no temen que el país acuda a un nuevo paguediós.
Lo que es seguro es que los dueños de esos títulos confían en que quienquiera sea el presidente que suceda a la señora de Kirchner cumplirá el compromiso, más allá de lo que el actual gobierno termine haciendo en los meses que le quedan. Por estos días los mercados se inclinan a interpretar que la Casa Rosada preferirá la retórica antibuitres a una negociación plausible.
Mirar el mundo
¿Extraerá el gobierno alguna conclusión sensata de la reapertura de relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington consagrada el último miércoles? Hasta el anacrónico régimen de los hermanos Castro debe orientarse por las tendencias centrales del mundo, vincularse a la lógica de los mercados («ese eufemismo», según la señora de Kirchner).Y esa decisión, tardía pero razonable, es el corolario de otra constatación: Cuba, que sufrió dolorosamente en los ’90 la pérdida del subsidio soviético, ya no puede contar tampoco con el subsidio venezolano, porque el desastre económico está hundiendo el régimen chavista, mientras algunos en Buenos Aires copian sus leyes y añoran emular sus proezas.
Cuba necesita inversión, productividad y mercados, no subsidios y los encontrará, en principio, reintegrando su mitad perdida, la diáspora que prosperó y creció en Estados Unidos, que será probablemente la avanzada de un caudaloso flujo de capitales. Sólo se requiere que el oxidado régimen castrista sepa abrir las puertas. La edad de los líderes no es un problema: Deng Xiao Ping tenía 74 años en 1978, cuando inició las audaces reformas de mercado que llevaron a China al decisivo lugar que hoy ocupa en el mundo. Raúl Castro parece comprender hacia dónde debe orientarse. El Papa Francisco, que esta semana cumplió 78, tendió puentes entre Castro y Obama y pudo celebrar el logro: actuó a favor del diálogo y del fin de la confrontación estéril.
Omnipotencia e impotencia
¿Se observa ese mundo desde la Casa Rosada?El gobierno parece ensimismado, buscando espejos como el de la madrastra de Blancanieves y empeñado en guerras y hegemonías cada vez más vidriosas.
El combate contra los medios independientes disparó, en su momento, los primeros roces fuertes con la Justicia (despectivamente bautizada como «justicia cautelar»). Ahora se siente perseguido por unos y otros (jueces y periodistas), conjurados en la búsqueda de datos comprometedores, corrosivos. En el léxico oficial, «destituyentes».
Como resultado de esa obsesión, esta semana la Señora descabezó la secretaría de inteligencia (SI), eliminando a dos soldados propios de los que dudaba para colocar a otros dos que por el momento considera incondicionales. En verdad, su objetivo es patear el hormiguero de los espías profesionales, una estructura hermética y mayormente autónoma de la que también desconfía.
Como los funcionarios que puso al mando de esa guerra no parecen contar con los saberes adecuados para tal misión, no es improbable que las consecuencias impliquen mayor desorden, una realimentada pulsión por controlar y «operar» facciosamente prensa, justicia y servicios y, más temprano que tarde, la dependencia de alguna otra estructura hermética.
Entre el ansia de omnipotencia y el precipicio de la impotencia puede no haber más que un parpadeo.