
Enterado de la triste decisión, Chespirito ha decidido dejar temporalmente el otro mundo para plantarse en la ciudad salteña de Cafayate, como lo documenta la fotografía adjunta.
Pero poco le ha durado la alegría calchaquí al mexicano, pues, según comentan sus allegados, ha debido abandonar Cafayate a raíz de que el Intendente Municipal del lugar pretendía cobrarle un impuesto por el solo hecho de ser turista.
Al parecer, Chespirito adujo que al haberse levantado sus programas en los diferentes canales, sus ingresos han mermado de forma significativa.
Ahora el Intendente deberá disfrazarse de Señor Barriga si es que quiere ir puerta por puerta a recaudar su regresivo y confiscatorio impuesto. Los turistas que visitan Cafayate, como se ve, son todos «donrramones». O se hacen.