
Curiosamente, estas tres circunstancias, que se han producido de forma casi simultánea, han coincidido con la designación del ministro salteño de Turismo, señor Mariano Ovejero, como presidente del llamado Consejo Federal de Turismo. Una designación lógica, si se la considera desde el punto de vista de los equilibrios políticos, pero inexplicable a la luz de los notables fracasos del gobierno de Salta como promotor (y motor) de sus propios atractivos turísticos.
En esta como en otras áreas sustantivas, los operadores privados y la economía provincial en general están pagando un alto precio por la ineficiencia de un equipo de gobierno que, como ha quedado palmariamente demostrado en Fitur, se debate entre la bisoñez y la ingenuidad, dejando traslucir, cada vez que puede, su notable falta de roce internacional.
Como en otras parcelas de la realidad, esta ineficacia no es óbice para que los gestores gubernamentales se presenten a sí mismos como expertos, una postura que, por su insistencia, no hace más que confirmar la vigencia del viejo dicho de «dime de lo que presumes y te diré de lo que careces».
Al gobierno, a este equipo de gestores iluminados y autosuficientes, le es imputable la debacle del Tren a las Nubes, la principal atracción turística de Salta, lastrada por el estatismo, el amiguismo y falta de gestión, y amenazada por la alarmante inercia del gobierno frente a la obsolescencia de las infraestructuras y el material rodante.
Pero también le cae de lleno toda la responsabilidad por su apuesta irracional por actividades turísticas de nulo valor cultural y dudosa compatibilidad medioambiental, de las que el rally Dakar y los festivales musicales constituyen un acabado ejemplo.
El gobierno también es responsable de la devaluación del patrimonio urbanístico de la ciudad de Salta, de la inseguridad del transporte público, de las malas condiciones sanitarias en algunos lugares y del elevado número de sucesos con víctimas mortales, que son factores que disuaden a los potenciales visitantes.
No basta, pues, un máster en turismo ni el entusiasmo del principiante para llevar adelante un área singularmente crítica como esta del turismo, que proporciona a Salta una parte importante de sus ingresos. El gobierno de Salta debe reconocer que en los últimos ocho años ha empleado mal sus recursos destinados al turismo, que ha elegido mal sus prioridades y peor a sus socios.
Una autocrítica sincera y oportuna es el principio de cualquier cambio.