
La creciente tendencia del gobierno a otorgar aumentos «escalonados» y la increíble mansedumbre e ingenuidad sindical han desfigurado la negociación y la han convertido en una trampa.
Para empezar, tanto el gobierno como los sindicatos del sector público provincial negocian en base a la inflación pasada, una práctica abandonada hace décadas en los países avanzados por su potencial inflacionista.
Claro, como a ningún sindicato le gusta que los salarios de sus trabajadores crezcan por debajo de la inflación, lo que hacen (y también lo hace el gobierno) es tomar el último índice anual de crecimiento de precios al consumo y calcular a partir de allí, tanto el presupuesto como la cuantía de los salarios.
Es decir, que si la inflación del último año fue del 25% (por decir algo), los sindicatos se empeñan en que los salarios no crezcan por debajo de este porcentaje. Parece bastante lógico.
Al gobierno tampoco le interesa especialmente -y por razones igualmente lógicas- aparecer concediendo aumentos notoriamente inferiores al índice de inflación.
Entonces ¿Qué es lo que hace el gobierno y, en concreto, el ministro Parodi?
Pues bien, ofrece el 30 por cien, pero «escalonado». Quiere esto decir que los salarios que los policías o los maestros cobraron el 31 de diciembre del año anterior aumentarán el siguiente un poco en febrero, otro poco en mayo, otro poco más en agosto, para terminar de alcanzar el 30 por cien en octubre.
Los sindicatos -claro- oyen "30 por cien" y se les iluminan los ojos. Piensan que le han ganado 5 puntos a la inflación, sin tener una idea de cuál es la expectativa de inflación ni la carga fiscal que deberán soportar durante el año en que efectivamente cobrarán dicho aumento.
Los sindicalistas se equivocan, pero lo que es mucho más grave es que caen en la trampa de Parodi, que con finas artes «goebbelianas» les vende gato por liebre.
El ministro sabe -y los sindicalistas parece que no o no quieren darse cuenta- que los «escalones» de aumento bi o trimestrales lo que hacen es romper la unidad del cómputo anual de los salarios. Y entonces lo que hace el gobierno es vender una cifra de aumento ficticia que luego pretende comparar (comparación lógicamente imposible) con una cifra anual consolidada como lo es la del índice de precios al consumidor.
Un ejemplo con números
El día 31 de diciembre de un año equis, una maestra salteña ha cobrado 10.000 pesos de sueldo. Vamos a suponer que durante todo el año que acaba de terminar ha cobrado, en total, 130.000 pesos (escalonados o no escalonados), incluyendo el aguinaldo.Supongamos también que la inflación de ese año fue del 25%.
Al año siguiente, después de que medio Salta se ha dejado los ahorros en el carnaval o pagando los arreglos de las goteras, antes de que comiencen las clases, los sindicatos montan su acostumbrado circo y presionan al gobierno para que les aumente el sueldo.
El gobierno (Parodi) responde que les aumentará el 30%, pero «escalonado» del siguiente modo:
Un 15% en febrero (a cobrar en marzo)
Un 20% en mayo (a cobrar en junio)
Un 25% en agosto (a cobrar en septiembre)
Un 30% en octubre (a cobrar en noviembre)
Lo cual, si se cumple, supondrá que la maestra en cuestión cobrará, mes a mes, las siguientes cantidades:
10.000 $ en enero
10.000 $ en febrero
11.500 $ en marzo
11.500 $ en abril
11.500 $ en mayo
12.000 $ en junio
6.000 $ en junio (medio aguinaldo)
12.000 $ en julio
12.000 $ en agosto
12.500 $ en septiembre
12.500 $ en octubre
13.000 $ en noviembre
13.000 $ en diciembre
6.500 $ en diciembre (medio aguinaldo)
Al final va a ser verdad. Entre enero y diciembre (es decir, en el periodo de un año natural, su sueldo ha aumentado de 10.000 a 13.000 pesos, un 30% exacto, como dijo Parodi.
Pero ¿qué pasa si sumamos las cantidades cobradas en todo el año?
Veamos.
La suma total de las cantidades da un salario anual de 154.000 pesos; es decir 24.000 mil pesos más de lo que la misma maestra cobró el año pasado. Recordemos que su sueldo anual anterior fue de 130.000 pesos.
Tenemos como resultado entonces que el aumento real de los salarios de un año al otro fue del 18,46 por cien y no del 30 como aseguró Parodi. Los trabajadores habrán perdido casi siete puntos de poder adquisitivo de sus salarios, frente a una inflación del 25%.
Todo ello, teniendo en cuenta de que nadie se ha animado a echar las cuentas sobre la masa salarial bruta, pues si ésta fuese calculada, año a año, teniendo en cuenta la monumental trampa de la llamada «grilla salarial» (la endiablada estructura del salario docente salteño), el aumento de los sueldos sería aún menor.
Si esto no es goebbeliano, que venga Dios y lo vea. Así negocia los salarios de los trabajadores el «inclusivo» gobierno de Salta y así -por cierto- se dejan engañar los sindicalistas.
El toque hitleriano
Si la economía tiene sus pequeñas trampas, ni qué decir de la política. Para qué pensar que el gobierno llama a la mesa negociadora a los sindicatos docentes 48 después de que el Gobernador les entregara viviendas públicas (construidas con dinero de todos los salteños) a unos maestros que han sido seleccionado como beneficiarios por los propios sindicatos, a dedo, sin seguir ningún procedimiento preexistente, reglado y transparente.Evidentemente, después de un regalo de esta envergadura, los negociadores llegan al diálogo con el gobierno con pocos argumentos y sin energías para decirle: «oiga señor Parodi, ¿cree que nos nos hemos dado cuenta que desde hace años usted nos viene orteando?»