La ministra Bibini comparte fiesta con UPCN, protagonista de la huelga contra Macri

  • Pocas horas después de que el gobierno exaltara las virtudes productivas del empleado público, uno de los sindicatos que los agrupa -el más cercano al gobierno- paralizó la administración con una huelga salvaje, en protesta por la reforma previsional de Macri, paradójicamente apoyada por Urtubey.
  • Extrañas compañías

La doble cara del gobierno de Urtubey -y su doble moral- suele asociarse con el poco agraciado rostro del diputado nacional Pablo Kosiner; pero desde ayer tiene una cara más agradable: la de la ministra de Producción, Trabajo y Desarrollo Sustentable, Paula Bibini.


La funcionaria, cuyas competencias en materia de empleo públicos son virtualmente nulas, ha asistido a la cena servida por el sindicato Unión del Personal Civil de la Nación, para festejar el día del empleado público, fecha que en Salta es más o menos como el día del Señor Milagro, habida cuenta de que uno y medio de cada dos salteños vive de un sueldo del Estado.

La señora Bibibi, que desde que se ha hecho cargo de la cartera viene mostrando una especial predilección por el sindicalismo peronista, ha compartido mesa y mantel con el señor Gustavo Soto, el secretario general de UPCN en Salta.

Mientras la ministra saludaba y felicitaba a los empleados del Estado que asistieron a la festichola, el sindicato del señor Soto paralizaba una buena parte de la administración pública, al adherir a la huelga con que sus compañeros sindicalista intentaron frenar la aprobación en la Cámara de Diputados de la Nación de la ley de reforma previsional.

Al final resultó un poco extraño que la ministra Bibini exaltara en su brindis la «vocación de trabajar» de unos «servidores» que con la huelga y la paralización de la burocracia demostraron que su vocación de servicio y su apego al trabajo son según de dónde sopla el viento.

Peor que esto es que doña Paula transmitió a los rebeldes a los que agasajó un mensaje de salutación del Gobernador de la Provincia, Juan Manuel Urtubey, quien también destacó el trabajo de los burócratas «para engrandecer al Estado provincial» y para mejorar cada día «el servicio a los ciudadanos en cada punto de la Provincia».

Puestos a comparar, la salutación de Urtubey fue mucho más realista, pues si se puede dudar de la capacidad de servicio de los agentes públicos, lo que no se puede hacer en ningún caso es poner en entredicho su contribución al «engrandecimiento» del Estado. Tan pero tan grande es ese Estado, que ahora hay que recortar por todos lados para poder pagarles el sueldo.

Grande, lo que se dice grande, el Estado es, sin dudas. Casi tan grande como la desvergüenza de los sindicalistas, que al final no es nada comparada con el cinismo de Urtubey y de su ministra.

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