Mauricio Macri, el presidente 'empalmado'

  • El razonamiento del presidente Macri es un poco cuestionable: para que una empresa 'te coja' es necesario estar 'empalmado'. ¿Qué diría de todo esto la Real Academia de la Lengua?
  • A uno y otro lado del Atlántico
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Es archisabido que los usos lingüísticos de la Península Ibérica y de la América hispana tienen determinadas zonas en las que terminología se vuelve confusa y las expresiones que suenan bien en un país tienen significados ofensivos o indecentes en el otro.

Más o menos todos sabemos en la Argentina que las empresas españolas, cuando contratan personal, lo que hacen en realidad es «coger trabajadores». Salvo, un salteño que huyó despavorido de una cola de desempleados en Zaragoza cuando escuchó a alguien decir, con acento maño, que en determinada fábrica lo iban a «coger».

Algo parecido le sucedió a otro salteño que ocasionalmente me acompañó -hace más de veinticinco años- a una carnicería de Ávila en la que amablemente le pedí al carnicero «tres cuartos de picada de choto». Mi compañero de compras abandonó el lugar escandalizado.

Aun así, sabido es en España -o al menos en buena parte de ella- que el verbo «coger» tiene en América unas inequívocas connotaciones sexuales, de modo tal que cuando al gobierno se le ocurre lanzar un plan de fomento del empleo, casi nunca utiliza este polisémico verbo.

Lo que ya no es tan sabido es que en España (en la más vulgar, es cierto) «empalmar» significa excitar sexualmente a un animal macho, produciéndole la erección del pene (DLE 23ª Edición). Por tanto, se dice que anda «empalmado» quien discurre por esta vida en un estado fisiológico semejante.

El presidente Mauricio Macri, como buen italiano que es, probablemente desconoce este significado hispano de la palabra y por tanto ha decidido bautizar con el nombre de «empalme» a su nuevo plan de fomento del empleo, que no consiste en otra cosa muy diferente a que el gobierno pagará parte del salario de aquellos trabajadores que actualmente perciben algunos de los cientos de subsidios por desempleo, en caso de que sean contratados por las empresas.

El gobierno de Macri lo presenta, sin embargo, de una forma ligeramente diferente: dice que los trabajadores «seguirán cobrando» el plan social del Estado pero lo incorporarán al sueldo, y las empresas «podrán» incluir «eso que reciben» (sic) como parte de su salario.

No se trata de un invento, desde luego. En muchos países del mundo existen fórmulas similares, algunas de las cuales incluyen algo todavía mejor y que Macri no ha previsto en «eso que reciben», que es la reducción de las cotizaciones de las empresas a la seguridad social por cada trabajador cuyo sueldo es subvencionado, o, lo que planea hacer Emmanuel Macron en Francia: disminuir las cotizaciones a cargo del propio trabajador, para mejorar inmediatamente el poder adquisitivo de los salarios sin tener que aumentarlos.

En fin, que con tanta euforia obrerista, como la demostrada ayer por Macri y el ministro Triaca, no es sorprendente que más de uno haya pasado la jornada de ayer «empalmado».

Ahora bien: que no se enteren los desempleados españoles de que el gobierno argentino anda dando dinero para que los «empalmados» encuentren trabajo. De otro modo, podría ocurrir un «efecto llamada» tremendo y las colas de desempleados argentinos llenarse de trabajadores peninsulares.

O sea que, o encontramos otro nombre un poco más decente para el nuevo programa de fomento del empleo, o nos arriesgamos a que unos empalmados venidos de quién sabe donde nos llenen las colas.