
Por debajo de la interesada amabilidad bicentenaria de Urtubey con la pareja presidencial y a despecho de los carnavalitos bailados juntos en la quebrada, bulle una olla a presión de insatisfacción cuya válvula ha dejado escapar el denso vapor del rencor de clase.
El portavoz de estos cuestionamientos ha sido esta vez el Ministro de Trabajo del gobierno de Urtubey, señor Eduardo Costello, quien en una emisora de radio de la ciudad de Salta ha dicho con una poco frecuente claridad que «al gobierno le Macri le faltan sensibilidad y sentido común».
No es eso precisamente lo anda predicando su jefe Urtubey en los micrófonos y las cámaras nacionales, ante las cuales aparece generalmente como un hermano gemelo de Macri, como un valedor incondicional de sus políticas.
Costello no ha sido muy claro en el enfoque, como es su costumbre, pero ha deslizado un dato importante: mientras Urtubey aplaude las medidas de Macri, aunque éstas dejen legiones de trabajadores maltrechos, el gobierno provincial «va por otro lado» y adopta «medidas anticíclicas» (sic) para atajar la crisis económica que enfrenta el país.
Entre estas medidas anticíclicas, el Ministro de Trabajo provincial ha mencionado el plan de obras de infraestructuras que -aunque muy mal avenidos- tratan de sacar adelante los intendentes municipales y el gobierno provincial. Un plan que tiene por combustible los recursos obtenidos a precio de platino por el gobierno de Urtubey en el mercado internacional de capitales.
Nadie sabe, pues, si este plan de obras -«keynesiano», según Costello- servirá para que el empleo provincial abandone las cifras tercermundistas que arrastra desde que él es ministro o si, por el contrario, será un factor que contribuya al agravamiento de la crisis.
Emulando a Jodorowsky, el ministro de Urtubey dijo que al gobierno nacional le hace falta sensibilidad y sentido común, «que lamentablemente es el menos común de los sentidos». Se ve que para frases originales, Costello es todo un libro abierto.
Para terminar, acusó directamente al gobierno de Macri -el mismo que apoya Urtubey con la fe del converso- de adoptar medidas que van «en contra del bolsillo de los trabajadores».
Para Costello -que también muy alegremente se sienta en el Consejo Federal del Trabajo con el ministro Triaca- las medidas de Macri hacen que el salario se vea deprimido (tal vez, re-deprimido).
Por esta razón, entre otras, instó al insensible gobierno nacional «a sostener el empleo de los jefes de familia que tienen entre 45 y 50 años». Afortunadamente, el ministro no fue tan lejos como el senador Zottos, quien para oxigenar la economía de un sector en declive como el petrolero, propuso prohibir los despidos y sugirió que el salario de los petroleros semidesempleados sea pagado por el Estado y no por las empresas que los contratan.
Los desocupados de Tartagal no son asunto nuestro
Las duras acusaciones de Costello han sido interpretadas como una reacción defensiva a la difusión de la noticia del corte de la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires por un grupo de desempleados de Tartagal, que se han encadenado en el lugar y amenazado con prenderse fuego «a lo Bonzo».Al echarle la culpa del asunto a Macri, el mensaje que envía Costello es el siguiente: «Si los que protestan en Buenos Aires reclaman obras públicas, viviendas y trabajo digno, que sepan que quien se los niega es Macri y no Urtubey, quien está abanderando un keynesianismo de manual».
El gobierno provincial, nuevamente, no es culpable de la pobreza y la marginación en que viven decenas de miles de salteños. La culpa siempre está en otro lado.