
El Ministerio de la Primera Infancia del gobierno provincial de Salta, junto a la Subsecretaría de Responsabilidad Social para el Desarrollo Sostenible del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y a una fundación privada, han puesto en marcha tareas de formación sobre purificación de agua.
Dice la información oficial que el entrenamiento consiste en el uso del producto de una empresa privada, que será «transferido» (sic) a cien familias de las localidades de San Felipe y la Esperanza, ubicadas en Rivadavia Banda Sur.
La formación dura unos cuatro meses y es coordinada por el equipo territorial de la citada fundación, junto a agentes del Ministerio de la Primera Infancia.
Se trata -dice el gobierno- de un «sachet potabilizador», capaz de abastecer de diez litros de agua limpia a los pobladores de esta zona, a la que la comunicación gubernamental se empeña en llamar «comunidades», para poner de relieve su configuración étnica.
El objetivo, dice el gobierno, es proveer de agua segura a los niños y familias de lugares en donde, por las condiciones climáticas, el agua es un recurso escaso que se extrae de madrejones o primeras napas.
A pesar de estar hablando de realidades tan elementales como el agua y los seres humanos, el gobierno ha aprovechado para pasar su aviso, diciendo que estamos en presencia de una «estrategia de trabajo colaborativo y en red», con que persigue la finalidad de «mejorar la calidad de vida de niños, niñas y familias en el norte provincial».