Urtubey y la campaña que nadie paga porque según él no existe

  • Juan Manuel Urtubey está a punto de concluir sus doce años como Gobernador de Salta. Los salteños, en su mayoría, le han tolerado que no rinda cuentas de sus actos públicamente, y esa actitud parece haberse profundizado ahora, cuando el Gobernador elegido por el voto popular ya no ejerce más como tal sino que dedica sus mejores horas y esfuerzos a su campaña presidencial.
  • Mentiras con patas cortas

Ya no se trata de determinar si la campaña de Urtubey respeta o no la ley electoral vigente, o si merece que la autoridad lo sancione por vulnerar los tiempos previstos en la ley. De lo que se trata es de saber si es cierto o no que la campaña presidencial que el Gobernador de Salta ha negado recientemente que existiera (para negarse a informar de dónde sale el dinero que la paga) al final existe o no.


La fotografía que ilustra estas páginas y que ha sido publicada por el diario El Tribuno de Salta confirma dos cosas: 1) que la campaña que Urtubey ha negado que existiera, se encuentra en una fase avanzada de desarrollo; y 2) que alguien -que todavía no sabemos quién es pero que casi todo el mundo intuye- la paga generosamente.

El problema es que si la actitud sumisa de los salteños no ayuda para que se llegue al fondo del asunto y no se consigue saber con el dinero de quién Urtubey está violando la ley electoral vigente, se estará escatimando a los ciudadanos una parte muy importante de la información pública que necesitan para tomar sus decisiones.

Pasadas las elecciones, sería extraño que alguien se lo preguntara. Hay que hacerlo ahora, como lo hizo aquel periodista callejero que recibió por toda respuesta una tomadura de pelo de marca mayor: «Nadie paga la campaña porque la campaña no existe».

Ni el periodista en cuestión ni los salteños en su conjunto merecen que el Gobernador de la Provincia les falte al respeto de una forma tan burda. No todos son sumisos y, desde luego, no todos son tontos.

Incluso se podría decir que cualquiera se da cuenta de que hay mucho dinero corriendo por cañerías opacas para soportar la extraordinaria ofensiva de imagen de un candidato que, según las encuestas que le son más favorables, no llega ni siquiera al 6% en intención de voto.

Aunque Urtubey renunciara hoy mismo a la campaña y a sus aspiraciones presidenciales, todavía está obligado a decirle a sus conciudadanos de dónde proviene la enorme cantidad de dinero que cuestan sus apariciones en revistas y televisiones, así como su publicidad estática en vallas de carretera y en medios de transporte, sin contar con el mantenimiento de su página web de campaña (laalternativaesurtubey.com) que, por cierto, es responsabilidad del mismo equipo de comunicadores del gobierno provincial, muy probablemente con el mismo sueldo que les pagamos para que informen de forma objetiva y neutral sobre los actos de gobierno.

Esto es más que evidente desde que los mismos vídeos que publica el gobierno de Salta y que finalizan con el logo institucional, son publicados por Urtubey en su cuenta personal de Instagram, pero en este caso finalizan con la leyenda #Urtubey2019. Si esto no es un uso desviado de los recursos públicos y neutrales para una finalidad electoralista, pues que venga Dios y lo vea.

Todavía está pendiente de trámite en la Cámara de Diputados un proyecto para que el gobierno informe sobre el uso para fines puramente privados de las aeronaves de la Provincia. Y resulta casi obvio -además de chocante- que el Gobernador no dedica su tiempo a gobernar y a estar en Salta como le corresponde, sino que le pagamos a él (indirectamente, desde que por una metedura de pata verbal se vio obligado a renunciar a su sueldo), y a su esposa, todo el tiempo que pasan fuera de Salta y que debería consagrar a resolver los problemas de quienes lo han elegido.

Este colectivo adornado con la imagen de Urtubey no es sino la prueba decisiva para concluir, sin apenas dudar, que la campaña de Urtubey es una realidad y que cuesta dinero. Es decir, es la prueba de que el Gobernador de Salta y candidato a Presidente de la Nación está mintiendo a sus conciudadanos.

Habrá entre ellos quien no se entere muy bien de lo que está sucediendo o que no le importe, pero ha de saber el señor Urtubey que no todos los que lo miran bailar desde la barrera son «los boludos que aplauden».

Algunos no son tan boludos y otros, a buen seguro, no lo aplauden.