
En una entrevista concedida al suplemento 3Días de El Cronista, Beatriz Sarlo ha expresado su simpatía hacia el exministro de Economía y posible candidato presidencial Roberto Lavagna, sugiriendo al mismo tiempo que Sergio Massa debe renunciar a su postulación y deje el camino libre para que Lavagna sea candidato, sin elecciones internas.
Las preferencias de Sarlo parecen ignorar las posibilidades electorales del otro candidato que ha anunciado su voluntad de competir en el espacio interior de esa difusa franja del peronismo, hoy por hoy idealmente interpuesta entre el kirchnerismo y las fuerzas políticas que responden al presidente Macri: el Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.
Sobre este último, Sarlo ha dicho: «El peronismo nos está ofreciendo de nuevo el abanico de candidatos que, por razones diferentes, todos tienen alguna imposibilidad, o no quieren reconocer que la tienen. Una imposibilidad en el sentido de que los distritos de donde provienen son muy chicos, y no son todavía figuras nacionales lo suficientemente implantadas, no me importa cuántos seguidores tienen en Instagram y mucho menos me importa cuántos seguidores tienen sus señoras esposas en esa red social».
Para la veterana intelectual argentina, Urtubey no solo proviene de un distrito «muy chico» (los electores de la Provincia de Salta representan algo así como el 3% del total del país), sino que su figura nacional no está suficientemente implantada.
Desconfiada del poder taumatúrgico de las redes sociales, Sarlo ha dicho que no le importa la cantidad de seguidores que los candidatos (en este caso, Urtubey) puedan tener en Instagram, y que le importa «mucho menos» cuántos son los seguidores de su esposa, la actriz Isabel Macedo.
Para Sarlo, lo importante no son estos datos -frívolos y con escaso significado- «sino los que constituyen una figura con posibilidades presidenciales».
En ciertos círculos ilustrados, la figura de Urtubey candidato a Presidente es percibida como insustancial o incompleta, no tanto por lo que le falta -que es mucho- sino por los adornos inútiles de los que está ahora mismo rodeada. A pocas personas inteligentes y con capacidad de observación se le puede escapar que Urtubey ha adoptado como carta de presentación un artificio visual mayormente vacío de contenido.
Su discurso -si se puede hablar de uno- es solo un acompañamiento más o menos vistoso del plato principal, que está conformado por la imagen de una familia impoluta, que esconde tras su blancura de detergente para máquinas de carga frontal un nutrido desván de miserias, que cada tanto aflora en Salta sin que la pareja candidata ni su aparato de comunicación consigan ocultarlo.